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Ven Espíritu Santo y abunda en mi vida.
Inundame de tus dones, renovandolos cada día.
Ayúdame a perseverar. (ver artículo)
Señor, vacíame de mi yo, y haz que mi interior sea cálido, para que Tu Espíritu pueda anidar en mi corazón. Ayúdame para que pueda encontrarte a Ti.
¡Porque sólo Tú eres! (ver artículo)
El Señor, lleno de sabiduría, me deja a ciegas. Él apenas si deja que por una rendija se cuele un haz lastimoso, necesario para salir de esa oscuridad.
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La formula es entonces simple, es una sociedad perfecta: la parte humana se esfuerza, y abre las puertas a la Gracia que Dios derrama abundantemente sobre el alma que trabaja. (ver artículo)