Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios. (ver artículo)
Dinos José, cómo se sirve sin mirar a quién, cómo se sueña sin más tarde dudar, cómo morir a nosotros mismos, cómo cerrar los ojos, al igual que tú, en los brazos de la Buena Madre. (ver artículo)
Amado Padre, Tú que eres fuente de sanación, de poder, de milagros, acudimos a ti confiados para ser sanados y nos ponemos bajo tu presencia (ver artículo)
En este desierto de sombras y luces, de días abrasadores y noches de estrellas, te ves cansado pero no agobiado... para abandonarte en las Manos de Dios que te ha encontrado. (ver artículo)
La Virgen María promete que, a los que propaguen el rezo del rosario, recibirán asistencia en sus necesidades y protección y gracias abundantes. (ver artículo)
Gracias Padre por esta Noche de Paz, Noche de Amor, que Tú nos has dado al darnos a tu Hijo, te pedimos que nos bendigas, que bendigas estos alimentos... (ver artículo)
El mismo Jesús nos legó la Iglesia: el Señor se colocó como Cabeza de Ella y la dotó de absolutamente todo lo necesario para que tenga vida eterna. (ver artículo)
Por ese vuestro poder y por esa vuestra bondad maternal, nunca ha sido rechazado quien ha acudido a Vos. Oh Madre, acudo para conseguir el don de la salud. (ver artículo)