Nuestra forma de preparar el corazón, para encontrarnos con Dios hecho un niño, es ponernos en oración y dejar que Él, con su presencia, ilumine nuestras vidas.
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Las órdenes y congregaciones religiosas son un verdadero pulmón y un manantial para la Iglesia y la vida evangélica en tiempos de crisis. (ver artículo)