

Increíblemente, después de una vida junto a Jesús y Su Madre, Pedro necesitó de este empujón final del Señor.
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Sangre y agua del abismo/ de un corazón en tormento:/ un Jordán de sacramento/ nos baña con el bautismo.
El Padre nos da la vida,/ el Espíritu el amor,/ y Jesucristo, el Señor,/ nos da la gracia perdida. (ver artículo)