Mi María, hermosa y joven Niña de Galilea, que enamoraste mi corazón porque sabías que era el modo de abrir la puerta al soplo del Amor Verdadero.
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Manos consagradas al servicio de Dios que hacen posible que el cielo, como bendición o como Pan Eucarístico, llegue y transforme nuestras vidas... (ver artículo)