La formula es entonces simple, es una sociedad perfecta: la parte humana se esfuerza, y abre las puertas a la Gracia que Dios derrama abundantemente sobre el alma que trabaja. (ver artículo)
El gimnasio espiritual
Cuando era niño, al llegar la fiesta de año nuevo esperábamos con ansiedad los cohetes y fuegos de artificio. Petardos y estrellitas luminosas hacían brillar nuestros ojitos vivaces, entre gritos y risas. ¡Qué épocas felices, que sencillos de corazón (ver artículo)
Por un momento pensemos en la Presencia Eucarística de Jesús: El está allí, llamándonos desde Su Verdadero Cuerpo y Sangre. Sin embargo nosotros, ¿cuántas veces lo olvidamos...? (ver artículo)