Virgen Auxiliadora, Madre de Dios y Madre nuestra, a tus plantas nos llegamos, con la esperanza puesta en la bondad previsora de tu corazón de Madre de nuestra casa y de Patrona del agro. (ver artículo)
Virgen Auxiliadora, Madre de Dios y Madre nuestra, a tus plantas nos llegamos, con la esperanza puesta en la bondad previsora de tu corazón de Madre de nuestra casa y de Patrona del agro. (ver artículo)
“Los terroristas han atacado el convento en Alepo con un misil esta mañana. Por suerte, el misil no explotó”
¡Oh Jesús!, que con tu gloriosa Resurrección nos has mostrado cómo serán eternamente los ‘hijos de Dios’, concede la santa resurrección a nuestros seres queridos, fallecidos. (ver artículo)
“Dios mío no permitas que muera en esta situación. Esta no es manera de morir”, clamó de forma desesperada Sandra, mientras se iba hundiendo junto a su hijo.
El "Grupo Magníficat", nos trae una nueva canción. Una composición de sor Maridel García, de Puerto Rico. Una completa alabanza y agradecimiento al Señor, Jesús Sacramentado. (ver artículo)
“¿Lamento yo mi confesión? ¡No! Mi confesión de asesinato me salvó la vida, nunca me he sentido más libre que ahora. He reconocido mi pecado en Confesión sacramental y estoy haciendo penitencia. (ver artículo)
Las madres siempre están desatando nudos en el hogar. María Santísima, la mejor de las madres, conoce muy bien los nudos que nos atan a pecados y a problemas que parecen no tener solución. Como la vemos en la pintura, ella desata nuestros nudos. Confiémoslo (ver artículo)
Milagro conocido
Hoy me postro en tu Presencia
en este recinto sagrado
donde me esperas, sin tiempo,
Oh Jesús Sacramentado.
Jamás queda igual mi alma
después de haberte adorado,
siempre se lleva una gracia
como lirio perfumado.
Y aunque (ver artículo)
Para todos los días del año
“Santa María Virgen, la que los siete nudos desata,
el Señor es contigo y contigo la humildad.
Madre de Dios tú, la Mediadora,
que jamás caíste, que jamás te enredaste,
no nos dejes caer en ninguna tentación
y (ver artículo)
Asistí a una charla que tenía por título “Dame tu corazón herido” y mientras escuchaba al sacerdote miré a un crucifijo y por primera vez supe por qué Jesús había muerto en aquella cruz (ver artículo)