

Misteriosamente, al pasar delante de la gruta en la que se apareció la Virgen sintió una necesidad imperiosa de sentarse frente a ella. (ver artículo)
La devoción mariana se ha ido desarrollando hasta nuestros días con un admirable amor y respeto hacia María, íntimamente ligada a la vida de su Hijo, fortaleciendo la entrega de sus fieles. (ver artículo)