

Ámame Señor aunque te niegue, más de tres veces mientras asoma el alba, ámame porque siento que en esta noche, he encontrado el camino a casa.
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Cuando vemos el gesto de un hijo o una hija que nos sorprende con un signo de madurez, no podemos dejar de emocionarnos hasta las lágrimas mientras nuestro corazón exclama en un grito ¡ese es mi hijo! (ver artículo)