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“Tu nombre, oh Madre de Dios, está lleno de gracias y bendiciones divinas. Invocar tu nombre siempre nos regala alguna gracia. (ver artículo)
Ahora miro en el espejo y me reconozco, porque en mi mirada te veo a Ti, en mis pensamientos te siento a Ti, en mis tristezas me uno a Ti, en el dolor sostengo Tu Cruz.
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Eleva a Dios una oración de abandono y de esperanza cuando tu fragilidad te causa caídas y agradece al Señor todas las gracias con que te enriquece. (ver artículo)
Señor, dame a través de Tu Santo Espíritu la capacidad de saber cómo debo actuar en cada momento. Que mi corazón se una al Tuyo para poder hacer lo que Vos esperas de mí. (ver artículo)
La formula es entonces simple, es una sociedad perfecta: la parte humana se esfuerza, y abre las puertas a la Gracia que Dios derrama abundantemente sobre el alma que trabaja. (ver artículo)