Viajando hacia Damasco, cuando aún buscaba la muerte de los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino.
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El hombre quiere la felicidad y la felicidad es la posesión de Dios. Cristo me pide vivir con alegría al saber que estoy en sus manos. —San Alberto Hurtado— (ver artículo)
María ofrece el sacrificio de su corazón traspasado “por una espada”, la del amor por los hombres, invitándonos a reconocer la infinita misericordia de Dios. (ver artículo)
Si acercamos la imagen podremos ver cada una de las estampas que, en su conjunto, forman el Rostro de Jesucristo. (ver artículo)