Y Dios, que ha hecho y sigue haciendo cuanto está a Su alcance dentro de Su Ley de Misericordia y Justicia, ve con tristeza qué poco nos aprovecha de todo lo que de Él recibimos. (ver artículo)
Jesús llevó la intención virtuosa al extremo de jamás haber pecado. Y si bien El es Dios, también fue hombre. Y como tal estuvo sometido a la tentación. Hagamos todo en la vida con una intención virtuosa. (ver artículo)
La misa es la forma de orar más conocida por la humanidad, pero no siempre funciona. A continuación aconsejamos algunas prácticas que pueden ayudar a que se siga con interés y devoción.
1: Comienza con una oración en silencio.
“Señor Jesucristo, (ver artículo)
Como está dicho en la parábola de los talentos, quien más recibe, más debe rendir ante el Patrón. A quien menos se da, en cambio, menos se pide. (ver artículo)
¿Tienes una Viña en la que trabajas para la obra de Dios?. ¿Crece tu Viña, aumenta el producido en ella, se incrementa tu gozo al ver los resultados concretos? (ver artículo)
Si, mi Jesús. He aprendido a ser feliz en los momentos de angustia porque sé que Tú me recogerás de esta noche de mi alma y me volverás a la luz. (ver artículo)
¡Tenemos la cura y no la compartimos con los demás! Ni siquiera usamos la vacuna en nosotros mismos. Nos estamos muriendo y la tenemos guardada allí, sin que nadie la utilice. (ver artículo)
La oración y meditación nos deben ayudar a descubrir nuestras virtudes y defectos, nuestras luces y sombras. Luces que debemos poner a trabajar para ascender en nuestra elevación hacia Jesús. (ver artículo)
Sepamos ver en el llamado de la Madre de Dios la invitación a caminar, para que el camino sea un encuentro con Jesús en nuestro corazón. (ver artículo)