Nuestra Señora no está presente en todas las fases del juicio, pero antes de que se pronuncie la sentencia, Ella le suplica a su Hijo, como abogada defensora.
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La devoción mariana se ha ido desarrollando hasta nuestros días con un admirable amor y respeto hacia María, íntimamente ligada a la vida de su Hijo, fortaleciendo la entrega de sus fieles. (ver artículo)