Un sacerdote filipino rezando el rosario en latín en su iglesia
Una noche después que el devastador tifón “Amy” del 8 de diciembre 1951 inundó la ciudad Tanauan durante semanas, un joven sacerdote católico llamado Cipriano V. Urgel enclaustrado (ver artículo)
Las reliquias, una capa pluvial y un guante del Padre Pío con restos de su sangre, han sido veneradas por miles de católicos.
La Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia y Reina del Universo, nos acompaña maternalmente en este camino, ofreciéndonos Su Amor de Madre, para que nos dejemos llevar a Jesús.
Vemos a Cristo en los enfermos y en los que sufren. Le vemos en los refugiados. El Evangelio dice: “tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber…”
Lo sé, Jesús. Tantas veces me buscaste, me quisiste hablar de nosotros, de esos momentos en que éramos amigos, entrañables amigos.
ú, que oyes nuestras voces, aunque no hablemos, pues comprendes en el movimiento de nuestras manos el lenguaje de nuestros corazones.
Es Jesús vivo y resucitado, es María, pero ya no en una imagen, sino en cuerpo y alma. El Señor nos está esperando y esa es nuestra alegría.
El sacerdote imparte la bendición al niño enfermo con el Santísimo Sacramento. Y le pequeño le dice a Jesús: “Si no me curas se lo diré a tu madre”.
El P. Matthias quiere compartir todo lo vivido en Medjugorje, no se lo quiere guardar para él. Desea difundir los mensajes de la Virgen en Sudáfrica.
Los laicos llevaron la fe católica a Corea al final del siglo XVI