

Cuando creemos que podemos entender todo, comprender todo, es cuando creemos ser como Dios. ¡Querer ser como Dios, qué locura!.
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El arado rompe, despedaza, abre, expone el alma al exterior para que la lluvia prepare, para que el sol germine la semilla. El dolor redime, cuando el alma responde al llamado. (ver artículo)