¡Piedad, Hijo de David, ten piedad de mí! Una y otra vez, el grito sacude a hombres, bestias, arboles y hasta a las rocas. ¡Piedad, Hijo de David, ten piedad de mí!(ver artículo)
¡Piedad, Hijo de David, ten piedad de mí! Una y otra vez, el grito sacude a hombres, bestias, arboles y hasta a las rocas. ¡Piedad, Hijo de David, ten piedad de mí!
A menudo perdemos horas, días, años, y hasta una vida, perdiendo preciosos momentos, sólo porque nos olvidamos de perdonar.
Descubre el poder del perdón en este video. (ver artículo)