Nuestra Señora de Knock, Irlanda, 1879

Nuestra Señora de Knock, Irlanda, 1879

Una aparición que se puede describir como teatral, extraordinaria en su contenido y su forma, que ocurrió en un pueblecito escondido en la Irlanda occidental. Se trata de un evento sin dudas desconocido para muchos, pero que atrajo la presencia de su Santidad Juan Pablo II en 1979, para orar en un lugar bendecido por la Gracia de Dios.

Para él, el Papa que ha “perseguido” a María por todas partes, se trató de mostrarnos otro lugar donde la Madre de Dios y Madre nuestra se ha manifestado a sus hijos: “He sentido un profundo deseo de venir aquí, el deseo de realizar otra peregrinación al Santuario de la Madre de Cristo, la Madre de la Iglesia, la Reina de la Paz. Que no os sorprenda este deseo mío. Ya en mi juventud y en mi país, han sido muy frecuentes para mí las peregrinaciones a los santuarios de la Virgen…”.

Con estas palabras Juan Pablo II nos maravillabaen su homilía de Knock en su visita de1979, centenario de una aparición muy especial. El quiso marcarnos no sólo la presencia de María en ese lugar, sino el propósito y significado del mensaje. Cada venida de María tiene un sentido distinto, especial y adaptado a cada circunstancia y cada lugar. Ella, enviada por su Hijo, sabe bien lo que necesitamos en cada momento de nuestra historia. Y en este caso quiso manifestarse junto a su esposo terrenal, San José, y a San Juan Evangelista, el discípulo tan amado por Jesús.

José, símbolo del heroísmo en la pureza, y Juan, signo extraordinario de la elevación espiritual, de la fe puesta en forma de pasión y amor. Juan y José unidos, uno como Sacerdote, Obispo y Evangelista, y el otro acompañando a su esposa, la Madre de Dios. Pero también la aparición estuvo iluminada por la presencia angelical, como símbolo del acompañamiento del ejército de Dios, que no deja de adorar y rodear al Verbo.

Fe una aparición Eucarística, porque se produjo en una Iglesia, pero mucho más importante, porque las figuras rodeaban un altar sobre el que descansaba un Cordero. ¿Quién era ese cordero recostado sobre el Altar Eucarístico? Pues quien sino el mismo Cristo, viviente y presente en el lugar del Sacrificio Perpetuo. La visión representó la Santa Misa, con Juan como Sacerdote, el altar y Cristo sobre él, y con María y su Castísimo esposo como miembros de la feligresía que adoraba al Verbo de Dios. Los ángeles siempre adoran y acompañan la celebración de cada Eucaristía, como fue aquel día también.

Knock constituye un hito en la historia de la Iglesia sobre el que debemos meditar y reflexionar, porque nos lleva irreversiblemente al Libro de las Revelaciones, al Apocalipsis. La presencia de Juan nos lo señala, autor de tan maravilloso tramo de las Sagradas Escrituras, fruto según la tradición de visiones que tuvo en la una cueva en la isla de Patmos, durante un periodo de exilio. Para disipar toda duda, Juan se presenta en la aparición con ropajes de Obispo, con un libro en sus manos, invitando a leer su obra.

Knock, un misterio para desentrañar. No hubo palabras, sólo imágenes. Pero fueron más que sugerentes esas visiones, por la combinación de personajes, la escena representada, lo dicho de ese modo vale más que mil palabras. Descubramos en Knock el misterio de la Palabra de Dios hablándonos con sus manifestaciones. María, una vez más, es el centro de Su mensaje, una invitación a navegar en los brazos de esa hermosa Niña que después de dos mil años nos sigue invitando con su mirada tierna, compasiva, y llena del amor del que sólo Dios puede dar testimonio.

La aparición de la Virgen en Knock

Demos pues un salto al pasado, a ese pueblecito de finales del siglo XIX. Era el jueves 21 de agosto de 1879, en una tormentosa noche de fines del verano irlandés. No había un santuario como existe hoy en día, naturalmente, tan solo una pequeña iglesia de pueblo. La paz del lugar envolvía la inclemencia del tiempo, dando a las personas la sensación de que el mundo era un lugar difícil de enfrentar, el refugio de los hogares junto al calor de la hoguera era la forma de enfrentar las largas horas de los días, y las noches.

Como de costumbre, Mary Beirne, la mujer encargada de la pequeña iglesia se disponía a cerrar la puerta. Pero algo distinto llamó su atención: una luz intensa venía de un lado del edificio, y allí, a primera vista, “le pareció ver las estatuas de Maria, de José y de San Juan junto a un nuevo altar sobre el cual había un Cordero y una Cruz”. No hizo mucho caso de ello, porque precisamente en una noche tormentosa como esta, el año anterior, se dañaron dos estatuas, por lo que pensó que el párroco las había comprado para sustituirlas: pero “¿por qué dejarlas allí bajo esa densa lluvia?”- se preguntaba la mujer.

Más tarde, junto a Mary Mc Loughlin, volvió para comprender mejor esta “anomalía”, y con estupor aún mayor se dio cuenta de que las estatuas… ¡se movían! “¡Es la Virgen!”, exclamó una de ellas, y corrieron a avisar a familiares y conocidos. Trece personas se unieron a ellas para completar el grupo de quince testigos que constituyen la base del testimonio que Dios quiso dejar allí. Así fue como esta aparición tan insólita se mostró en toda su realidad.

Dice Lindsey en su libro “The Woman and the Dragon: Apparitions of Mary”: El muro entero lateral de la iglesia estaba iluminado por una intensa luz visible desde lejos. Las figuras estaban suspendidas en el aire a medio metro de altura.

El altar con el Cordero y la Cruz estaban rodeados de ángeles que giraban sobre el mismo. María, la figura más grande, vestía un manto y una faja de color blanco, y un largo velo que desde la cabeza le bajaba a los pies. Sobre su cabeza cubierta por el velo lucía una extraordinaria corona de oro.

Entre la corona y el borde del velo llevaba una rosa de oro. Sus manos estaban en posición de oración a la altura de sus hombros, y su mirada, absorta en el rezo, se dirigía al cielo. San José se hallaba a la derecha de María, con la cabeza inclinada hacia adelante y las manos unidas también en oración. San Juan Evangelista tenía una mitra de Obispo y se hallaba a la izquierda de María. Su mano derecha estaba levantada y el brazo izquierdo sostenía lo que parecía una Sagrada Biblia.

Mientras la pequeña multitud se arrodillaba ante la aparición en devota oración, los visitantes celestiales permanecían en silencio. No se pronunció ni una sola palabra. Sólo tras muchas horas, de repente, las figuras desaparecieron.

Knock, el llamado

Podemos imaginar lo que este evento desencadenó. Enseguida el Arzobispo instituyó una comisión para estudiar mejor los hechos y al principio surgieron anomalías. El primer argumento fue que, normalmente, en las apariciones se manifiesta sólo la Virgen y nunca falta un mensaje suyo. Pero esta vez…hubo silencio total.

Además, el “grupo” se había mostrado sólo una vez a un número de videntes inusual: 15 personas de todas las edades. Grandes dudas surgieron luego en las declaraciones de los testigos. Pero poco duraron, porque una audiencia más profunda convenció a la comisión sobre la sinceridad de los que presenciaron el evento aquella noche, por lo que no se impidió el culto en ese lugar a los fieles, que comenzaron con el tiempo a transformar ese pueblecito en meta de peregrinaciones. Hoy en día y cada año recibe a un millón y medio de peregrinos.

La explicación está en el Apocalipsis ¿Qué es lo que el Señor ha querido decirnos con esa escena? Don James, un fraile franciscano que estudió la aparición, escribe: San Juan llevaba en sus manos un libro. Pero si se quiere descubrir el mensaje de Knock hay que abrir el Libro del Apocalipsis.

Es el libro que contiene la interpretación de la historia universal. Está repleto del gran tema de la redención en sus tres fases. Hay en primer lugar el misterio del “Cordero inmolado desde la creación del mundo”. Así San Juan describe, en el capitulo trece, el plan eterno de redención, representado en modo sencillo y tocante por el Cordero que fue visto en Knock. En segundo lugar tenemos el misterio de la Mujer “vestida de sol” que se presenta de modo normal en la tierra. Hay en último lugar la Ciudad de Dios que, se dice, posee la Gloria de Dios, de la cual el Cordero es la lámpara.

También David M. Lindsey interpreta la aparición de Knock como un claro recuerdo del Apocalipsis: La aparición de Knock se quedó en silencio y pareció no dar ningún mensaje, pero en realidad no fue así. El silencio a veces es más elocuente que las palabras.

Hay que analizar con atención la aparición para poder descubrir el mensaje silencioso que ésta esconde. María se apareció con su esposo terrenal, San José, y con su hijo adoptivo, San Juan Evangelista, y llevaba la corona de oro de la Reina del Cielo….En el centro del altar brillaba el Cordero Inmolado, como lo vio en el Apocalipsis San Juan sobre el altar de oro del cielo”.

“Mira que estoy a la puerta y llamo” (Ap 3,20). Tal vez no todos saben que el verbo en inglés “to knock” significa “llamar”. Si alguno escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo”, escribe San Juan en el Apocalipsis (Ap 3,20). Esto nos dice la Escritura, y esto nos sugiere también la lectura de los tiempos que estamos viviendo. Jesucristo llama a la puerta de nuestro corazón, llama al umbral de nuestra vida, y espera que lo dejemos entrar para poder cumplir sus promesas.

La llamada de la aparición de Knock es elocuente: los tiempos están maduros, la Madre nos invita a unirnos a su obra de corredención. Dejémosle a San Juan mostrarnos el libro que nos indica qué hacer para participar en la victoria final sobre el Dragón. Apresurémonos, y no dejemos escapar la ocasión de estar entre los que “le han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio y menospreciaron su vida hasta morir” (Ap 12,11).

Knock en la actualidad

Santuario de la Virgen de Knock - IrlandaLa vieja iglesia fue ampliada y transformada en un Santuario que hoy atrae a las multitudes. Un conjunto de imágenes que representan la escena de la aparición fue erigida entre la vieja construcción y el nuevo edificio, de tal modo que se puede apreciar tanto desde el exterior como desde el interior del Templo. Un techo de cristal cubre el lugar para permitir el ingreso de la luz y aumentar la visibilidad del conjunto. La escena se ha ubicado cerca del lugar del viejo muro donde se produjo la aparición.

Con el paso de los años, la iglesia ha investigado la aparición en múltiples oportunidades. Los testigos siempre fueron encontrados de buena fe, y con testimonios consistentes, sin contradicciones. Nada se encontró que contradiga la doctrina, sino todo lo contrario. Lo relatado tiene un profundo sentido eclesial y conforma una representación extraordinaria de un conjunto de elementos que tomados en su totalidad encajan a la perfección. Distintos Pontífices han promovido y hablado de Knock, antes de que Juan Pablo II coronara el Santuario con su visita.

De inmediato se empezaron a reportar sanaciones milagrosas entre los visitantes al Santuario, tal como ocurre en muchos otros centros Marianos, como Lourdes o Fatima. Dios, de este modo, ha puesto y sigue poniendo Su sello de autenticidad sobre Knock, como siempre lo hace y seguirá haciendo con sus auténticas obras.

Bajo la lluvia, quince testigos pudieron ver, durante horas, como María, José, Juan, los ángeles y fundamentalmente el Sagrado Cordero se movían y hacían del silencio una extraordinaria sinfonía celestial. Podemos imaginar como latían los corazones de los testigos ente semejante Gracia de Dios. Aun hoy vibran nuestros corazones ante sólo pensarlo. El lugar rememora este extraordinario regalo de Dios, para regocijo y crecimiento de las generaciones presentes y venideras.

Knock es un llamado a una vida Eucarística, a redoblar nuestra fe y nuestra disposición a vivir para y por El. María quiso golpear nuestra puerta, la puerta de nuestro corazón. Ella lo hizo con José, quien la protegió durante los años de silencio, cuando Jesús crecía y se acercaba al apogeo de Su Misión. Pero también estuvo allí Juan, quien junto al pié de la Cruz fue hecho su hijo, como lo somos nosotros. Juan nos representa, a todos, como hijos de la Madre Celestial, Reina de los ángeles, Reina del Cielo.

Juan Pablo II dio el broche de oro a Knock con su presencia, eterno caminante detrás de los pasos de María. Allí se encontraron, se miraron, sonrieron, y dieron testimonio una vez más de la impenetrable unión del alma humana con Su Creador, manifestada en este caso por el amor de aquella que está Llena de Gracia. El Espíritu Santo estuvo en Knock, soplando en aquella noche de lluvia y frío, haciendo que quince personas sorprendidas se transformen en testigos privilegiados de lo que, con los siglos, seguirá alimentando a las generaciones de los que amamos a Dios, a través de Su Excelsa Madre.