Los hechos místicos y su sentido en nuestra vida

Jesús y María han manifestado Su Presencia en forma permanente, en el pasado y en nuestro tiempo también, en distintos lugares y de diversas maneras. Y si bien son revelaciones privadas que no forman parte de la Revelación (las Sagradas Escrituras), y en las que no estamos obligados a creer, la cantidad y diversidad con que se dan nos mueven a dedicarle nuestra más profunda atención.

¿Porqué Dios, insistentemente y a lo largo de los siglos, vuelca Sus Gracias sobre el mundo en forma de santos plenos de carismas, mensajes y apariciones?. El Señor sabe muy bien de nuestra naturaleza débil, de nuestra tendencia a ver solo lo material y terrenal, olvidándonos de Su Presencia sobrenatural y permanente en nuestras vidas. Por eso nos regala milagros y manifestaciones de Su Omnipotencia, como forma de llamarnos, de provocar a nuestros sentidos y a nuestro débil intelecto. Por estos días tenemos, por ejemplo, la gracia de descubrir el cuerpo incorrupto del Papa Juan XXIII, fallecido hace décadas. ¡Es un milagro, un testimonio sensible de la Presencia de Dios frente a nosotros, en nuestros tiempos!. También tenemos apariciones de la Virgen María aquí y allá, a lo largo de las décadas, con mensajes de amor, pedidos de oración y llamados a la conversión. Algunas personas han tenido oportunidad de testimoniar el contacto del Cielo en forma directa, mientras muchos otros recibimos referencias diversas de la Presencia de Dios acá.

¿Cómo debemos actuar frente a estos portentos Celestiales?.

Adoración a Jesús

Hay gente que busca testimonios de Presencia Mística aquí y allá. Son capaces de dar la vuelta al mundo para llegar a un lugar con Presencia de milagros, una y otra vez. Hacer de esta actitud una forma de vida es un error, porque una vez que uno ha sido tocado por la Presencia del Señor, es suficiente. De allí en mas sólo cabe comprometerse en la obra del Cielo, y empezar a trabajar buscando la unión con la Voluntad de Dios.

Estar buscando permanente y repetitivamente la caricia del Cielo, en la forma de manifestaciones místicas, es un error. Dios utiliza su Omnipotencia para despertar nuestra fe, pero una vez que lo ha hecho es hora de devolver lo recibido, en forma de trabajo para la obra de Dios. En cualquier caso, si Dios quiere regalarnos de Su Presencia, lo hará del modo en que El quiera y donde El quiera.

De este modo, es importante utilizar los portentos que el Cielo realiza como ingrediente fundamental de nuestro trabajo para la obra de Dios. ¡Para eso están!. ¿Jesús se manifiesta aquí, María allá?. Pues demos testimonio de ello para acercar más obreros a la obra, como medio de reforzar la fe, de sacudir los corazones fríos y cerrados. ¿El Cielo pide oración, confesión, Eucaristía, ayuno?. Entonces usemos el testimonio de la Presencia Celestial, para reforzar la difusión del mensaje que de ella se deriva, y mover a las almas a la conversión profunda, como actitud cotidiana y viva.

Nuestra obligación cristiana es tomar las manifestaciones místicas de Dios como ayuda del Cielo a la realización de nuestra misión aquí: trabajar para el Señor, ser obreros de Su Viña. Pero no debemos quedarnos empantanados en el esfuerzo de buscar el testimonio místico por el testimonio místico en si, ya que la verdadera sustancia de la Conversión es la limpieza del alma, el crecimiento espiritual. Visitar distintos lugares, buscar videntes aquí y allá, no son trabajo para la obra de Dios si se transforman en una forma de vida, sino que son simple turismo espiritual.

Encontremos a Dios, donde sea que Él nos llame, y luego trabajemos activamente para Su obra, para Su Viña. Devolvamos todo lo que Él nos da, moviendo a otros a descubrir lo que nosotros, por Gracia de Dios, hemos descubierto.