La Virgen María la salvó del alcohol y la ansiedad, tras un aborto

Criada en una familia católica irlandesa, Amanda Grace siempre tuvo una especial devoción por la Virgen, a la que acudía en todas sus dificultades. Tras sufrir una dolorosa pérdida, cayó en un agudo alcoholismo que iba a quitarle la vida, hasta que María entró en escena.

Como explica en el programa de testimonios Cambio de Agujas, para Amanda «todo empezó con la Virgen» gracias a la devoción que le inculcó su padre, miembro de la Legión de María y asiduo a peregrinaciones marianas.

Cuenta que «siempre la sentía cercana» y cuando tenía dificultades, continuamente la llamaba y recibía su ayuda: «Estaba embelesada por su manto, la veía siempre junto a mí y desde que era una niña la rezaba con frecuencia».

Durante la adolescencia, Amanda comenzó a sufrir frecuentes problemas de ansiedad, miedo y frustración y para sobrellevarlos «buscaba la fuerza y la esperanza en misa y la oración».

Pero cuando acabó sus estudios universitarios y empezó a trabajar como profesora, «la vida y el día a día fueron tomando el control» sobre su fe y rutinas.

Poco después de empezar a trabajar, Amanda fue «bendecida con un precioso hijo«. Cuenta que se sintió afortunada y lo recibió «como un regalo de la obra de Dios y su grandeza«, emocionada al saber que el Señor le confiase aquella misión.

Oscuridad y desesperación

Sin embargo, los problemas de ansiedad no tardaron en volver a una vida que estaba enfocada por completo a su trabajo. «Eso tomó las riendas, sufrí tres abortos naturales seguidos y comenzó un periodo de oscuridad y desesperación en mi vida», relata.

Quemada por la pérdida y un trabajo que afectaba cada vez más a su vida personal y espiritual, Amanda dejó su empleo.

«Me centré en depender de mí misma y en conseguir las cosas con mis propias fuerzas, pensando que yo sola podría lograrlo todo», explica.

Mientras, veía como sus problemas se agravaban por un recurso al alcohol cada vez mayor al que recurría para hacerles frente.

Aparentemente, «[el alcohol] llenaba el vacío, pero sentía que siempre buscaba como seguir llenándolo, pensando que el amor que Dios tenía para mí podía encontrarlo en las cosas del mundo».

12 pasos de lucha contra el demonio

Amanda empezó a ser consciente de que estaba buscando en su adicción lo que siempre había encontrado en la oración y recurrió a todo tipo de medios y ayuda «en una lucha para combatir al demonio de la adicción».

Psiquiatría, centros de tratamiento, hospitalizaciones… Creía haberlo probado todo sin éxito cuando encontró el conocido programa de Alcohólicos Anónimos en 12 pasos, donde le ayudaron «a encontrar el amor de Dios y la Virgen» que frecuentó en su infancia.

Pero ahora parecía que ya era tarde para ella. «Estaba ahogándome y enferma por el alcohol y no podía respirar», relata.

«Me rindo; María, haré lo que quieras…»

Desesperada, puso las manos en el suelo, inclinó la cabeza y se dirigió a la Virgen: «Me rindo. María, por favor, quítame la obsesión por el alcohol y yo haré lo que quieras».

Acto seguido, Amanda se sintió reconfortada y supo que aquel momento fue el comienzo del fin de su problema.

«Fue la Virgen. Cuando me mostró su amor lloré de alegría: me había quitado la adicción. Estaba a punto de morir y la Virgen me salvó«, constata.

Junto con el programa de los 12 pasos, asumió «la gracia, los sacramentos y la oración» como parte fundamental de su tratamiento contra la adicción.

Además, el rosario «tuvo un papel vital» en su recuperación. «Cada día lo rezaba para tener fuerzas, para lograr lo que no era capaz de hacer por mí misma y siempre me lo concedía», relata.

A día de hoy, considera el rosario como «una poderosa herramienta que nos ha dado la Virgen para conocer su amor» y se dedica «a la misión de difundir ese mensaje de esperanza al adicto que sufre: Dios te está esperando para que le llames y pueda obrar milagros en ti como ha hecho en mí«, alienta.

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Fuente: Cari Filii