«La fe me da la certeza de que la muerte no es el fin», Paolo Rossi, recientemente fallecido

“La fe me ha ayudado mucho, sobre todo en momentos de dificultad”: el campeón habla de su vínculo con Dios

Cada vez que mi madre ve a Paolo Rossi en la televisión nos cuenta un episodio cómico que sucedió en casa durante el Mundial de España del1982.

Como recordarán (yo no, porque nací cinco años después y no me apasiona el fútbol) los primeros partidos de la selección nacional fueron un desastre y por eso mi abuelo arremetía constantemente contra Rossi diciendo con cierta rabia: «¡¡¡ A la cárcel !!!».

Obviamente se refería a la historia que en aquel momento lo había visto implicado en el escándalo de las apuestas de fútbol. Pero todo cambió de repente después de las primeras victorias y los innumerables goles marcados por el campeón: «¡¡Rossi, eres un dios !!!» Mi abuela respondió enojada: “Pusiste a Dios en medio por un juego y hasta hace poco lo querías en la cárcel. ¡Estás loco!».

Y sí, es verdad, mi abuelo era un poco loco, pero sobre todo era un fanático y se sabe, los fanáticos pueden ser groseros, demasiado impulsivo, impacientes y apresurados en sus juicios. Para ellos no es solo un juego, ¡es pasión!

El número de la revista Credere contiene una hermosa entrevista con la leyenda del fútbol italiano firmada por Francesca D’Angelo. Nacido en 1956, casado con la periodista Federica Cappelletti y padre de tres hijos, habló de su fe católica, sus metas profesionales y aquellas de la vida privada, mucho más preciosas.

El éxito siempre ha sido solo un aspecto, aunque gratificante, de mi historia. (Credere)

¿La fe? ¡Mi refugio seguro!

A pesar de una increíble carrera de verdadero campeón, «Pablito» logró no perder el rumbo y no dejarse abrumar por el éxito. Fe y familia le permitieron permanecer con los pies detrás de la pelota pero bien anclado a tierra.

La educación que recibí fue decisiva, al igual que mi fe y mi familia, que fueron siempre un refugio seguro. Además, siempre estuve convencido de que el éxito es algo efímero. Eso sí, logré resultados importantes, estuve muy satisfecho con mi trabajo y gané todo lo que pude ganar, pero al final siempre encontraba mucha más satisfacción en salir con mis amigos, en tener una buena relación con mi familia y con esposa. Estas son las cosas firmes y sólidas que se mantienen en el tiempo: esta es la verdadera felicidad. El éxito y la fama son cosas bellas que explotan ruidosamente y mueren con la misma rapidez. El camino que te lleva a la felicidad es otro y es cotidiano…

No acepto trabajos que me alejen demasiado de mi familia

Negar la importancia del trabajo es una tontería, pero sería aún más grave considerar el éxito como la clave de la felicidad.

(…) El trabajo debe estar ahí, es una parte importante de la vida y hace crecer a las personas de muchas formas, pero no debería absorber a las personas por completo. Debemos intentar buscar un equilibrio entre la vida privada y la carrera profesional porque los afectos son fundamentales: cuando llego a casa y mi hija me sonríe, o me cuenta una anécdota divertida, siento una alegría indescriptible. Son por estas cosas, de mi decisión de no aceptar trabajos que me alejarían, quizás durante años, de mis seres queridos. (Credere)

De pequeño fui monaguillo y pensé en ser sacerdote

Paolo Rossi fue el monaguillo de su parroquia y, como ocurre con muchos futbolistas, su talento para el fútbol se manifestó allí mismo cuando tenía 10 años. La iglesia fue como su segundo hogar y los sacerdotes figuras fundamentales en su educación, tanto es así que en un momento pensó en tomar los votos.

Desde muy joven frecuenté la iglesia: fui monaguillo en mi pueblo, Santa Lucía, localidad de Prato, y la parroquia era el principal lugar de reunión. ¿Creerías que descubrí la pasión por el fútbol ahí mismo: a los 10 años. Jugaba en el equipo que organizó Don Sandro? De hecho, crecí entre los sacerdotes y era casi natural tener la curiosidad de saber cómo era un seminario: qué hacían, cómo eran las jornadas. No tenía vocación al sacerdocio pero quise tener una pequeña experiencia, digámoslo así, dictada por la simpatía que sentía hacia ese mundo. Es así que estuve en seminario durante una semana, pero rápidamente me di cuenta de que no era lo mío.

La fe me ayuda en los momentos difíciles y me da la certeza de que la muerte no es el final

Crecido a base de pan y oratorios, Rossi supo formar su fe, gancho sólido en tiempos difíciles que le dio una certeza: la muerte no es la última palabra.

La mía fue una generación en la que los valores cristianos eran todavía muy importantes: eran una parte integral de nuestra cultura y permeaban nuestro comportamiento. Personalmente, la fe me ha ayudado mucho, especialmente en momentos de dificultad. No soy un «fanático» pero creo firmemente que estamos solo de paso por esta Tierra y que no todo acaba después de la muerte. Entre otras cosas, desde el punto de vista futbolístico, jugué durante cuatro años en Florencia, en un equipo que se llamaba Cattolica Virtus della Comunità giovanile San Michele: era una realidad competitiva muy valorada a nivel regional, dirigida por dos sacerdotes. Uno de ellos era el padre Ajmo Petracchi y con él permanecí en contacto hasta que murió en 2001. (Credere)
La relación con Don Ajmo

El campeón tuvo un precioso vínculo epistolar con Don Ajmo, y el cura le enviaba libros para profundizar en su espiritualidad:

(…) Por ejemplo los poemas de Rabindranath Tagore. Aún hoy recuerdo con mucho cariño los años que pasé en la Comunidad Juvenil de San Miguel: allí crecí no solo desde el punto de vista técnico, sino también desde el punto de vista humano. Siempre me ha gustado el ambiente que se respiraba en ese equipo…

¿El fútbol hoy? Me temo que ni siquiera hay tiempo para forjar lazos fuertes

El mundo del fútbol ha cambiado profundamente desde la década de los noventa. La mía, probablemente, fue la generación que «rompió el hielo»: después, las empresas se lanzaron al negocio del fútbol y el campeón se convirtió en el rico y famoso. Sinceramente, no los envidio: probablemente nosotros habremos ganamos menos, pero vivíamos en una época en la que el fútbol todavía tenía algo de romántico y era bien entendido a nivel de amistad. Con muchos jugadores me he mantenido muy unido porque, jugando juntos, nos hemos hecho muy amigos. Hoy es más difícil que esto suceda, también debido a los frecuentes cambios de equipo. Me temo que ni siquiera hay tiempo para forjar vínculos fuertes. (Credere)
Esos fuertes lazos que siguen siendo el mejor gol de una carrera bajo los reflectores, porque Paolo Rossi su corazón lo puso en los botines pero sobre todo en la vida.

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Fuente: Aleteia