Entre Jesús y María, bajo el aspecto sacramental de la Eucaristía, hay una proximidad, porque el cuerpo de Cristo es remotamente el mismo cuerpo engendrado. (ver artículo)
“Me refugié en la tranquilidad de la capilla, y me enamoré de Jesús. Me di cuenta de que Dios me ofrecía lo que siempre había soñado en la vida religiosa" (ver artículo)