Oh Santo Defensor de nuestras
almas, haz que la esperanza y la
caridad de nuestro corazón
puedan brotar, para en ese canto la tierra y el Cielo colmar.
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Hay días en los que todo es carga. Pero Vos, oh Madre Admirable, hacéis todo fácil. Y sin embargo, no quitáis el sacrificio de nuestros caminos. ¡Oh María!, que vuestro ejemplo sea mi fuerza. (ver artículo)