Vivir la misa con profundidad – 11 consejos

La misa es la forma de orar más conocida por la humanidad, pero no siempre funciona. A continuación aconsejamos algunas prácticas que pueden ayudar a que se siga con interés y devoción.

1: Comienza con una oración en silencio.

“Señor Jesucristo, estamos aquí reunidos para presenciar un milagro. Estamos unidos por los ángeles y los santos y, como pronunció Juan Pablo II: ‘ María está presente, con la Iglesia y como Madre de la Iglesia, en cada una de nuestras celebraciones de la Eucaristía’. Por su interseción y a su lado, ayúdame a sentir esta misa de forma más profunda’.

Observa la imagen de María y las figuras de los santos y los ángeles para recordar su presencia.

2: Elige a alguien y reza por esa persona durante la misa.

No es necesario decírselo, pero siempre puedes “ofrecer” la misa a alguien en particular. La misa no tomará un significado más importante, pero sí podrá adquirir una mayor intensidad personal.

3: Cuando tu mente se distraiga…

Observa el crucifijo o el tabernáculo si te distraes. Esto podrá ayudar a que dejes de “repetir las oraciones” y empieces a rezarlas. Mientras lo miras, escucha la liturgia o las palabras de los salmos. Estas palabras te devolverán la concentración.

4: Si tienes miedo de profundizar durante la misa, pregúntate por qué.

A menudo, los pecados de nuestra vida son la raíz del miedo a sentir la intimidad con Dios. Si pedimos de forma sincera poder entender y afrontar las debilidades que nos frenan, podremos reconocerlas y sacarlas durante la confesión.

5: Si empiezas a juzgar al resto durante la misa…

Estamos programados mentalmente para fijarnos en las personas. Durante la misa ocurre lo mismo: la debilidad de las personas que nos rodean, los puntos débiles de los que están en frente. Intenta llevar tu atención hacia los objetos que se utilizan durante el servicio como símbolos de Cristo: el altar, las velas, las vestiduras o los vasos sagrados. Están diseñados para elevar la mente.

6: Presta atención al “código” en las lecturas.

Las lecturas durante la misa ofrecen dos líneas de significado muy valiosas: las palabras en sí mismas son normalmente llamamientos a llevar una vida mejor. Pero si el significado simple no te llama la atención, busca el significado en clave.

Averigua cómo las lecturas del Antiguo Testamento se refieren a Cristo. En el salmo, haz tuya la oración en lugar de simplemente repetir las frases. En la epístola, busca esa cita que te llame la atención, un mensaje que puedas aprovechar y aplicar. En el Evangelio, céntrate en el modo en que Jesús reacciona ante las distintas situaciones en el mundo.

7: Ofrécete con obsequios.

Cuando se presentan obsequios, ya sea desde el fondo de la iglesia o sobre la patena, colócate junto a ellos. Ofrécete a Jesús con los obsequios. Pronuncia: “Jesús, me postro ante ti con estos obsequios para que sean tomados y transformados por tu gracia”.

8: Viaja en el tiempo.

Cuando llega el momento de la consagración, dejas de estar simplemente en misa con tus vecinos. La Iglesia te enseña que eres testigo no de una nueva representación, sino del sacrificio original de Jesucristo representado. Así que no te limites a observar al mismo cura de siempre levantar otra vez el cáliz. Entiende lo que está pasando en ese sacrificio y esa ofrenda a Jesucristo.

9: Reza en silencio durante la elevación.

Es una tradición antigua y útil rezar en silencio “Mi Señor y mi Dios” cuando se alza la hostia sagrada, y “Mi Jesús, misericordia”cuando se alza la copa.

10: Reza en la cola para la comunión.

Algunas de las oraciones que he aprendido con los años son: “María, llévame al altar del amor”, “Mi ángel de la guarda, acércame a Jesús”, “Señor Jesucristo, que está realmente presente en el sacramento, me inclino ante ti, te adoro”.

11: Finalmente, cuando salgas por la puerta…

Intenta recordar algo de la homilía o el Evangelio que te haya llamado la atención y que puedas mencionar a alguien. Repetir lo que ha provocado que tu corazón se conmueva hace que el mensaje cale más hondo.

La misa será lo mejor que hagas ese día, da igual el día. ¡Aprovéchala!

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Fuente: Aleteia.org