Y mientras oraba, su cuerpo se transfigur贸. Sus vestidos se volvieron m谩s blancos que la nieve, y su rostro m谩s resplandeciente que el sol. (ver art铆culo)
Dios, en Su infinito amor, nos regala momentos parecidos a lo que ocurri贸 en el Monte Tabor. No nos quedemos all铆, bajemos y vayamos al mundo a dar testimonio de Su amor. (ver art铆culo)