Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. (Juan 3, 17).
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Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.
Cuando comenzaba a perder toda esperanza de ser salvada, me resigné... sin embargo un chico entró, me tomó por el brazo y me sacó y me mostró el camino para salir. (ver artículo)