El baile de los ciegos

Vivimos en una generación en la que todo el mundo opina y aconseja, pero muy pocos saben realmente de lo que hablan. Como jamás ocurrió en la historia del mundo, estamos absolutamente interconectados por la tecnología y podemos acceder a literalmente todo el conocimiento acumulado en miles de años de historia del hombre, simplemente interrogando a nuestro teléfono. Y sin embargo, en medio de semejante ruido y bombardeo de información, es muy difícil discernir donde está la verdad, donde está el bien, la justicia, el amor verdadero.

Todos aconsejan y opinan, pero muy pocos saben realmente de lo que hablan, aunque multitudes de voces informan y predican con tremenda convicción, mientras otras multitudes los escuchan con atención y dan crédito a todo lo que dicen. Es como un gigantesco baile de ciegos, donde todos danzan con entusiasmo, mientras se empujan y pisotean unos a otros pretendiendo que todo está bien, que nada anormal está ocurriendo allí.

La era digital ha dotado al hombre de algo extraordinario, pero como suele ocurrir, nuestra generación ha permitido que la tecnología se transforme en una herramienta de difusión del mal, un modo muy efectivo de ocultar la verdad en medio de multitudes predicando y difundiendo el error. Generación insensata, como pocas otras. Sin embargo, esta estrategia del enemigo responde al viejo y conocido teorema que dice que la mejor forma de ocultar un elefante es en medio de una manada de elefantes. La verdad y el bien están allí, ocultos en medio de toneladas de palabras equivocadas, de errores escritos y dichos.

Padres e hijos (ft img)

El peligro para nuestros jóvenes es muy evidente, porque viven en medio de este baile de ciegos y ellos mismos encuentran dificultades para discernir a quien escuchar, a quien creer, y a quien no. Y ellos, confundidos, acuden a soluciones extremas, o creen absolutamente todo lo que leen y escuchan, o no creen absolutamente nada. Un ejemplo de creer todo es escuchar a jugadores de fútbol opinando como modelos de éxito en la vida, o actrices de televisión dándonos cátedra sobre cómo terminar con la vida de un niño no nacido para proteger la salud mental de la madre de ese bebé. Y un ejemplo de no creer en nada es estar convencido que el hombre no llegó a la luna en 1969, sino que fue algo creado en Hollywood, cosa de la que se escribe con convicción en múltiples foros digitales.

Abunda la confusión, la difusión del error, y en medio de todo esto enfrentamos la crisis moral más profunda que la humanidad experimentara en miles de años. Sin dudas que estamos tan mal como se lee en los relatos bíblicos de Sodoma, o los tiempos de Noé. Vivimos una era de tremenda confusión moral y espiritual, disfrutando de enormes progresos en nuestra calidad de vida, y sin embargo el mundo es como ese gigantesco baile de ciegos donde las multitudes disfrutan al compás de la música, sin poder realmente comprender la tragedia que ocurre a su alrededor. Generación insensata y ciega.

En esta realidad oscura y tormentosa, se difunden abiertamente y con escasa oposición ideologías y filosofías que apuntan al corazón del mundo que Dios creó: la familia. El objetivo es muy claro, es la destrucción de los pilares sobre los que la familia está construida, esto es el rol inequívocamente distinto de la mujer y el hombre en la construcción del matrimonio, la formación de niños en un ambiente sano y alejado de toda perversión, el respeto de la unión del hombre y la mujer como acto supremo de Co-Creación con Dios mismo, de una nueva vida desde la concepción. La confusión busca quitarnos el derecho de educar a nuestros hijos, de decidir qué valores darles desde su nacimiento, de alejarlos del error y la perversión. Como dije antes, muy similar a otras épocas desafortunadas de la historia de la humanidad.

En este baile de ciegos tenemos que abrir nuestros ojos, y abrir los ojos de nuestros hijos, y de todos los que podamos acercar a nosotros, para que vean realmente lo que ocurre a nuestro alrededor. La música que se está ejecutando no es conveniente para nuestras almas, y es veneno que nos arrastra al mismo error de todos aquellos que hablan con convicción sin saber lo que dicen, y de los que escuchan y aceptan sin intentar discernir lo bueno de lo malo, lo santo de lo profano.

Recemos a Dios para que esta generación a la que pertenecemos encuentre el camino fuera de la oscuridad en que se ha introducido. El Señor escucha nuestras oraciones, y no nos dejará sin auxilio si es que nos mantenemos fieles a Él y buscamos la puerta de salida, en medio de la noche espiritual en que nos encontramos envueltos.

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Autor: Reina del Cielo