A 100 años del “Milagro del Vístula”. ¿Salvó la Virgen María a Polonia y a media Europa?

El 15 de agosto de 2020, fiesta de la Asunción de la Virgen, es especial en Polonia, y también para los que investigan la huella protectora de María en la historia de Europa: se celebran cien años del llamado “milagro del Vístula”, un momento clave de la historia del continente.

Hace cien años, el Ejército Rojo de la Unión Soviética, después de la Revolución y llevando las de ganar en la Guerra Civil rusa, invadió Polonia y llegó, el 13 de agosto, a Óssow, un pueblecito a diez kilómetros de Varsovia. Era un ejército de veteranos endurecidos y animados por sus victorias. Su objetivo era ocupar Polonia y, después, extender la revolución comunista por toda Europa Oriental, quizá incluso hasta Berlín y más allá, en un continente debilitado, troceado y desorganizado tras la Primera Guerra Mundial.

Frente a ellos, en Varsovia, no había buenas tropas: los soldados polacos más experimentados estaban maniobrando lejos de la capital, intentando una maniobra envolvente. A defender Varsovia se habían quedado jóvenes scouts, estudiantes y voluntarios sin formación militar, que de hecho habían sido reclutados simplemente para realizar tareas de orden y logística.

Y sin embargo, estos jóvenes sin experiencia de combate ni entrenamiento resistieron a los veteranos del Ejército Rojo y lo hicieron huir. Resistiendo asombrosamente el 14 y 15 de agosto, posibilitaron el contraataque que derrotó a los soviéticos y salvó Europa Oriental.

Mateusz Solinski, en un artículo en PolskiMagazyn.uk, detalla los elementos marianos y religiosos que enmarcaron la guerra y sus hechos.

Un nuevo país de gran devoción mariana

Nstra. Sra. de Gracia, patrona de Varsovia, imagen de 1651 en la iglesia jesuita de la capital

Con la caída del Imperio Ruso, la derrota del alemán y el desmantelamiento del Imperio Austro-húngaro al acabar la Primera Guerra Mundial, nacía un nuevo estado, Polonia, en guerra con el Ejército Rojo desde febrero de 1919. En 1920 parecía claro que los comunistas iban ganando. El país se movilizó, especialmente desde lo espiritual.

El 19 de junio de 1920, en la Plaza de la Ciudad Vieja de Varsovia, Polonia fue encomendada al Sagrado Corazón de Jesús ante las autoridades eclesiales y estatales.

En julio, los obispos, reunidos en el santuario mariano de Jasna Gora, encomendaron el país al Corazón de Jesús y proclamaron solemnemente a María como Reina de Polonia.

N.Sra. de Gracia, patrona de Varsovia, imagen de 1651 en la iglesia jesuita de la capital

El 6 de agosto (fiesta de la Transfiguración) se convocó al país a una novena de oración por el país que acabaría el 15, día de la Asunción de la Virgen. El Papa Benedicto XV animó a orar pidiendo un milagro para Polonia.

El avance comunista, con ambiciones más allá

Viendo acercarse a los rojos, huyeron de Varsovia todos los embajadores, excepto el Nuncio vaticano (quien sería el futuro Pío XI).

La revista Desperta Ferro ha realizado un número dedicado a esta guerra

Los obispos polacos pidieron oración a todos los católicos del mundo en una carta elocuente: “el bolchevismo, que ha ‘envenenado’ y saqueado Rusia, se está dirigiendo amenazadoramente hacia Polonia […]. Para el enemigo que lucha contra nosotros, Polonia no es el último destino de su marcha; es más bien un escenario y una plataforma de lanzamiento para conquistar el mundo. […] Polonia es la última barrera en el camino del bolchevismo hacia la conquista del mundo. Si se derrumba, el bolchevismo se extenderá por todo el mundo, con todo su poder destructivo”.

En Italia, el periódico socialista Avanti! se reía de las oraciones del Papa Benedicto XV con estas palabras: “El Papa confía en la intercesión de la Virgen. (…) ¡Va listo el pontífice romano si cree en la eficacia de la Virgen! Tres millones de soldados visten el uniforme ruso. (…) Estos soldados y sus cañones valen mucho más que todos los rosarios del mundo”.

En realidad, en Polonia no había 3 millones de soldados rojos, sólo 800.000, aunque mucho más veteranos y entrenados que la inmensa mayoría de los defensores polacos.

El inglés Lord Edgar D’Abernon, miembro de una misión anglo-francesa en Polonia, escribió que no se podía caminar por Varsovia porque había una procesión en cada calle. El 8 de agosto se trajeron a la capital las reliquias de los beatos Andrés Bobola y Wladislaw de Gielniow, y los fieles acudían a rezar ante ellas.

Los generales que rezaban a la Virgen

También abundaba la devoción mariana entre los generales polacos. El general Józef Haller, miembro de un sodalicio de la Virgen María, un año antes de empezar la guerra había ido en peregrinación a Jasna Góra con todos sus soldados. Sus discípulos llevaban una imagen de la Virgen de Czestochowa en sus estandartes.

El mariscal Jozef Pilsudski (1867-1935), difamado por los comunistas por derrotarles en el campo de batalla, solo a partir de 1991 volvió a ser reconocido como el salvador de Polonia, tras décadas de ostracismo durante el régimen títere de la Unión Soviética.

El mismo Mariscal Pilsudski, máxima autoridad polaca, vencedor de la guerra y verdadero fundador de la nueva Polonia, rezaba cada día a la Virgen de Ostra Brama (al menos según recoge la prensa afín) y la imagen de esta advocación, ligada a las murallas de Vilna, se grabó en su urna funeraria.

En dos lugares se frenó a los rojos

La ofensiva bolchevique a las puertas de Varsovia se frenó en dos lugares: en Ossow en 14 de agosto, y en el pueblo de Wólka Radzyminska el 15 de agosto.

En Ossow, los veteranos fusileros rojos de Witold Putna, llamados “la División de Hierro”, se enfrentó a un batallón de scouts y estudiantes de secundaria. Y los muchachos polacos mantuvieron su posición. Se atribuye su coraje a su capellán, Ignacy Skorupka, de 27 años, que daba ejemplo en primera línea. Una nota militar del 16 de agosto dice que dirigía una carga con un crucifijo en alto cuando le alcanzó una bala. Otra versión es que le alcanzó una bala perdida mientras intentaba realizar la unción de los enfermos a un soldado agonizante, lo que encaja mejor con su condición de no combatiente.

Pero prisioneros rusos declararían, tiempo después, que vieron a la Virgen María, tal como se representa en la advocación de Nuestra Señora de Gracia en Varsovia, patrona de la ciudad (manos abiertas, una corona y luz sobre su rostro), rodeada de húsares, en la lucha con el padre Skorupka, y que eso asustó e hizo huir a los bolcheviques.

La Virgen en lo alto, húsares de otro mundo, el joven padre Skorupka y los scouts adolescentes cargando: cuadro clásico de 1930 de Jerzy Kossack que recoge todos los elementos

El otro gran momento fue sucedió al día siguiente en Wólka Radzyminska. Al lugarteniente polaco Stefan Pogonowski se le había ordenado defender una posición. Sin embargo, esa noche realizó un ataque inesperado y afortunado contra los rusos, que huyeron de manera caótica. De nuevo, varios testigos dicen que los rusos -no los polacos- vieron a la Virgen. Por ejemplo, el sacerdote Wieslaw Wisniewski dice que a su bisabuelo, que estaba presente, unos rusos le dijeron que habían visto a la Madre de Dios sobre la capital polaca y no podían luchar contra ella.

El general polaco Zeligowski escribió que ese ataque nocturno fue a golpear, por azar o providencia, al sitio más débil de las lineas rusas, y su huida se contagió. Tres endurecidas brigadas soviéticas que llevaban meses de victoria en victoria se retiraron creando gran caos y confusión. A partir de ahí, se salvó Varsovia y se ganó la guerra.

Siete meses después se firmaría la paz. Habían muerto unos 70.000 soviéticos frente a unos 47.000 polacos. Más de 100.000 soviéticos fueron hechos prisioneros o huyeron a territorio alemán. Polonia lograba un territorio importante, aunque -contra la voluntad de Pilsudski- dejaba a sus aliados ucranianos solos contra los bolcheviques.

Los soviéticos volverían 18 años después, en 1939, repartiéndose el país con los nazis al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, cien años después, el país recuerda a sus héroes y valora la gran riqueza que es la paz, por la que muchos dan gracias a Dios y a la Virgen.

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Fuente: Cari Filii