Es “El Lloroncito”, porque cuando Santa Teresa de Ávila dejaba el Convento de Toledo, el rostro del Niño Jesús se transformó con un puchero y lloraba. (ver artículo)
Es “El Lloroncito”, porque cuando Santa Teresa de Ávila dejaba el Convento de Toledo, el rostro del Niño Jesús se transformó con un puchero y lloraba. (ver artículo)