Tiempo, sólo tiempo

Tantas cosas que te pedimos, Señor, con el corazón o con la boca, siempre te pedimos que nos ayudes. Salud, para nosotros, para quienes amamos, danos salud es nuestro ruego.

Y Tú nos la concedes, se la das a un niño que inicia su vida, se la devuelves a un anciano que sufre los dolores de tantos años de trabajo y tristezas, se la repones a una mamá que quiere estar para cuidar de sus hijos, se la regalas a un papá que se preocupa de quién será el que dará el sustento a su familia. Pero, Señor, a Tus Ojos, ¿qué es lo que nos das realmente?. Tiempo, ante Tus Ojos Tú nos devuelves la salud para que podamos seguir viviendo un tiempo más, un poco más en este mundo. Tú nos das tiempo.

¿Y de qué vale ese tiempo ante Tus Ojos?. Vale porque es tiempo que nos puede significar la Vida Eterna, si es que lo utilizamos bien. Todo tiempo no utilizado para ganarse la Vida Verdadera puede ser valioso según el juicio de los hombres, pero no es tiempo útil a Tus Ojos, mi Jesús. Ante Vos, cada minuto en esta tierra sirve para dártelo, para hacer Tu Voluntad. Cuando Tú nos devuelves la salud, lo haces no sólo esperanzado de que te agradezcamos, sino en forma mucho más importante, para que torzamos el rumbo a partir de ese momento y pongamos proa a la salvación, a la ruta de la santidad. Para Vos, mi Jesús, devolvernos la salud es una esperanza de Vida Eterna, no de vida pasajera, aquí en la tierra. Tu nos das un bien pasajero, perecedero, como puente para que podamos obtener un Bien Eterno.

¿Y qué ocurre cuando nos das un trabajo?. ¿ Acaso te alegras de que tengamos dinero para gastar, para sostenernos en este frenético carrusel de consumo?. No, lo que nos das es tiempo, una vez más. Tiempo de tranquilidad material, para que las preocupaciones no nos abrumen y nos arrojen a la tentación de males más profundos. Tú quieres que esa paz terrenal que nos brindas al darnos trabajo, nos permita detenernos y reflexionar, y transformar ese don en trabajo para Jesús, para Su Viña. Es tiempo el que nos das, tiempo para trabajar en agradecimiento a tanto bien recibido y tiempo para dignificar el hecho de ser hijos Tuyos, demostrando antes los demás que nada importa, sino ser buenos hijos del Creador. Una vez más, un bien pasajero como puente para obtener un Bien Eterno.

Manos del alfarero

¿Y cuándo pedimos solución a nuestros problemas afectivos?. ¿Acaso te agrada que pongamos nuestros afectos por encima del amor a Ti?. Claro que no, ningún afecto terrenal puede anteponerse al amor por Vos, mi Jesús. Una vez más, cuando Tú nos das amor y afectos terrenales, lo haces para que veamos Tu Mano en ello, para que ese pequeño brote de amor que surge en nuestro corazón, un amor del todo terrenal y humano, florezca y se transforme en Amor Divino, en Amor por Ti. Tu quieres que veamos en ese sentimiento que explota en nuestro pecho, un signo que nos deje comprender que hay un sentimiento superior, que hace brotar lágrimas ante el menor pensamiento dedicado a Vos. El amor terrenal, bien perecedero, nos es dado como muestra del Amor Eterno, el Amor que nos llevará al Reino. Y esos tiempos de gozo en nuestra vida afectiva, son tiempos que Tú nos regalas para que sean un motivo más de agradecimiento a Tu Amor, y se conviertan en tiempos de devolverte todo lo recibido con fe y obras.

Y muchas otras cosas te pedimos, que Tú nos das. Todo ello es una forma de darnos tiempo terrenal, espacio para que busquemos y encontremos el Camino, la Verdad y la Vida. Lo que nos das no vale por si mismo, porque es perecedero. Vale por el sentido espiritual que Tú les das a las cosas: todo debe tener un sentido salvífico, un sentido orientado a ponernos en la senda correcta. Todo tiempo que Tu nos das, tiempos de salud, tiempos de trabajo, tiempos de afectos y amores terrenales, todos esos momentos son oportunidades imperdibles para resucitar nuestra alma, para darle Vida Eterna.

Y tú, ¿qué haces con tu tiempo?. ¿Lo estás aprovechando al máximo de tus capacidades, tal cómo el Señor espera de ti?. Mira otra gente que trabaja para Jesús y Su Madre, mira como aprovechan su tiempo al máximo. ¿Crees acaso que Dios no espera lo mismo de ti?. El tiempo de bonanza y de paz terrenal que Dios te da no lo debes derrochar como un bien inagotable, porque no lo es. Cada minuto que vives es una oportunidad que Dios te da de volver a El, de hacerlo feliz, de ganarte un lugar a Su lado.

Si quieres ser realmente sabia o sabio, ¡no desperdicies tu vida en cuestiones vanas!