La obra del Padre Gobbi – Italia, desde 1972

El día miércoles 29 de junio de 2011, Fiesta de San Pedro y San Pablo, a la hora tres, fallece Don Stefano Gobbi. Ya no sufrirá él más los dolores de este mundo, y sin dudas que dos días después de su muerte,primer sábado de mes y Fiesta del Inmaculado Corazón de María,fue acompañado por Ella a su destino de eternidad.

En 1972 un humilde sacerdote italiano, Don Esteban Gobbi, siguiendo las inspiraciones de la Santísima Virgen María funda un movimiento orientado a unir en base a la Consagración al Inmaculado Corazón de María, a sacerdotes de todo el mundo. El Movimiento Sacerdotal Mariano se fundó y creció desde entonces sin afectar la pertenencia a ordenes religiosas o estructuras jerárquicas, y de un modo humilde y espiritual congregó a más de cien mil Sacerdotes, Cardenales y Obispos de todos los continentes.

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El Padre Gobbi también comenzó a recibir, a través de un fenómeno místico conocido como “locución interior” los mensajes de la Virgen María (para algunos meditaciones o inspiraciones que Don Esteban Gobbi recibe bajo forma de palabras interiores dichas al corazón). Estos mensajes o inspiraciones interiores, que fluyeron en gran cantidad, fueron desarrollando y completando un libro titulado “A LOS SACERDOTES, HIJOS PREDILECTOS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN”. El libro del Padre Gobbi (como se lo conoce popularmente) fue editado y reeditado en múltiples oportunidades, y se difundió por el mundo entero derramando el amor de María sobre los hombres.

Leer el Libro del Padre Gobbi conmueve el alma: es escuchar a la propia Madre de Dios hablarnos al oído, de un modo muy personal, con mensajes muy cercanos y cotidianos, que nos hacen sentirnos realmente hijos de Dios, a través de Su Madre. Muchas conversiones se han iniciado o profundizado a través del Libro; su poder radica en que el corazón de quien lo lee no puede negar que se trata de la voz dulce y amorosa de María, la misma María que en la Galilea de dos mil años atrás le cocinaba y arreglaba la ropa a Cristo, al Cristo. ¿Cómo no emocionarse si es Ella misma la que ahora nos habla y nos dedica su atención con el mismo amor con que cuidó a su Niño en Nazaret?.

En este reducido espacio hemos dejado que sea María la que escoja algunos mensajes como ejemplo de lo que el Libro contiene, para que ustedes puedan introducirse en el Inmaculado Corazón de María y sentir el calor que inflama el amor por Cristo. El mejor producto que podemos esperar de nuestro pequeño esfuerzo, es que impulse a muchos a leer y meditar el Libro en su totalidad, consagrándose al Inmaculado Corazón de María.

El Cielo ha abierto sus puertas, ha dejado que el Amor descienda del Trono de Dios y se derrame sobre nosotros con todo el candor de la Reina de la Pureza: la Virgen María, la Madre del Salvador, Esposa del Espíritu Santo, se acerca a nosotros y nos habla al corazón, nos invita a unirnos a Ella en defensa de la Obra de su Hijo amado.

El Movimiento Sacerdotal Mariano

El Movimiento Sacerdotal Mariano surge el 8 de mayo de 1972 tras una peregrinación del Padre Don Esteban Gobbi a Fátima, y hasta hoy no ha parado de crecer sembrando incansablemente la semilla de la unión y de la fidelidad en el seno de la Iglesia Católica, unión y fidelidad al Vicario de Cristo, Juan Pablo II, a través de la unión y fidelidad al Corazón Inmaculado de María.

Surge como respuesta a nuestro tiempo marcado por la apostasía y una profunda crisis religiosa, familiar, social, política… que abarca a toda la sociedad a nivel mundial. La Virgen María se propone guiar hacía Dios a sus hijos, reuniendo a todos los que quieran permanecer fieles a su fe. Por eso nos pide que nos consagremos a su Corazón Inmaculado para dejarnos conducir por Ella, para apoyar su obra de intercesión en favor de la humanidad entera a través de nuestra oración y testimonio cristiano.

Hoy cuando el peligro de perder la fe es muy grande, cuando se vive en un ambiente tan descristianizado, cuando tantos viven prácticamente alejados de Dios, cuando el poder del mal es tan grande y Satanás parece triunfar como príncipe de este mundo, la Virgen María interviene para reunirnos a todos y hacernos sal, luz y levadura de un mundo que se descompone y que tiene que volver a Dios Padre por medio de Su Hijo Jesús.

¡Hoy son ya más de 400 los Obispos y de 100.000 los Sacerdotes de todo el mundo que se han adherido a este Movimiento!

”… Yo he obtenido de Dios para la Iglesia, el Papa preparado y formado por Mí. Él se ha consagrado a mi Corazón Inmaculado y me ha confiado solemnemente la Iglesia, de la que soy Madre y Reina. En la persona y en la obra del Santo Padre Juan Pablo II, Yo reflejo mi gran luz, que se hará tanto más fuerte, cuanto más las tinieblas lo invadan todo”. Mensaje de la Santísima Virgen al M.S.M., 1-1-79.

La adhesión al MSM es una cuestión estrictamente de corazón. María no quiso ni papeles ni asuntos burocráticos a la hora de fundar su Movimiento. No desea que las cuestiones de carrera o la pertenencia a Ordenes Religiosas obstaculicen la adhesión a este ejercito de enamorados de Su Inmaculado Corazón. Ella lo formó de este modo, humilde, pequeño y basado en el amor Mariano más simple y puro.

El Libro del Padre Gobbi

Libro padre Gobbi (es)

El libro titulado “A LOS SACERDOTES, HIJOS PREDILECTOS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN” contiene los mensajes que la Virgen María nos trasmite por medio del Padre Gobbi a través de locuciones interiores, recibidas desde 1973 hasta fines de 1997, fecha del último mensaje revelado por María, y aparentemente la culminación del libro. El objetivo del Libro es ayudarnos a vivir la Consagración a su Corazón Inmaculado. Se ha de leer siempre como meditación. Es importante, antes de adentrarnos en su lectura, ver detenidamente el prólogo. Allí se explica detenidamente en qué consiste esta nueva espiritualidad, la naturaleza del fenómeno de las locuciones interiores, las características principales del MSM e informaciones varias.

Conviene hojear las fotografías para comprobar de qué manera el MSM se ha extendido en estos 25 años por todo el mundo. Además, en las hojas finales del libro, el lector podrá localizar el MSM en cualquiera de los países del mundo donde tiene representación. El título del Libro puede sugerir que los mensajes van dirigidos sólo a los sacerdotes, pero no es verdad. Son para todos los cristianos y para todo hombre de buena voluntad que tenga sinceros deseos de alimentar su fe y de satisfacer su hambre natural de la Palabra del Cielo.

El MSM y el libro de mensajes

Algunos creen que el Movimiento Sacerdotal Mariano se identifica con el libro “A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen”, o sea, que el Movimiento y el libro son la misma cosa. Es un error. De hecho, el MSM es distinto del libro.

El Movimiento es una Obra de la Virgen y consiste esencialmente en llamar a los Sacerdotes a la consagración a su Corazón Inmaculado, a una gran unión con el Papa y con la Iglesia, y en orientar a los fieles hacia una renovada devoción mariana. En este sentido el Movimiento Sacerdotal Mariano es distinto del libro. Pero, cuando uno comienza seriamente a vivir estos compromisos, siente naturalmente la necesidad de preguntarse: Y ¿Cómo debo vivirlos?, ¿Quién me da la seguridad de que los vivo?, ¿Cuál es el camino que debo recorrer?. A estas preguntas responde el libro, porque él nos traza el itinerario que debemos seguir para vivir en concreto la consagración al Corazón Inmaculado de María.

Pero ¿puede el M.S.M. prescindir del libro?. En teoría, sí; pero en la práctica, absolutamente no. En efecto, así como el Movimiento es obra de la Virgen, así también, con el libro, se ha escogido, Ella misma, un instrumento indispensable para su difusión y para la genuina comprensión de su espíritu. “Incluso el libro es solamente un medio para la difusión de mi Movimiento. Un medio importante, que Yo he escogido por ser pequeño. Servirá para dar a conocer a muchos esta Obra mía de amor entre mis Sacerdotes” (24 junio, 1974).

Un Sacerdote de Irlanda ha observado que en el libro están compendiados la doctrina de Monfort sobre la consagración a María, el camino de la infancia espiritual de Santa Teresita del Niño Jesús y la actuación del mensaje de Fátima. Cada uno tiene la tarea de verificarlo por sí mismo. Quizás ahora puede surgir una pregunta sumamente interesante: ¿Por qué la Virgen ha querido escoger un instrumento tan pequeño y limitado como Éste?. He aquí la respuesta: “Tú no has entendido, hijo mío, que Yo he escogido la necedad para confundir a la sabiduría, y la debilidad para derrotar a la fuerza” (27 de septiembre, 1973). ¡Aquí está todo el secreto!. Pero es el mismo secreto del Evangelio. Jesús no condenó a los doctos y a los sabios, pero dio gracias al Padre Celestial por haberles escondido los misterios de Su Reino y habérselos revelado a los pequeños.

Criterios teológicos para la comprensión del libro

¿Qué es una locución interior?. Ante todo, debemos precisar que no es un hecho extraño, ni sensacional, sino un fenómeno místico, presente en la vida de la Iglesia y descrito en los manuales de teología espiritual. No es una comunicación sensorial con Jesús, la Virgen o los Santos, como sucede con las apariciones auténticas. Aquí no se ve con los ojos, ni se escucha con los oídos, ni se toca nada. Ni siquiera es aquella buena inspiración, aquella luz que el Espíritu Santo ordinariamente hace llegar a la mente y al corazón de quien ora y vive vida de fe.

Si se trata de un fenómeno auténtico, la locución interior es el don de cuanto Dios quiere dar a conocer y ayudar a cumplir, y su revestirse de pensamientos y palabras humanas, según el estilo y la manera de escribir de quien recibe el mensaje. La persona se convierte en instrumento de comunicación, manteniendo, no obstante, intacta su libertad, que se expresa en un acto de adhesión a la acción del Espíritu Santo. Mientras recibe la palabra del Señor, su entendimiento queda como inactivo: o sea, no va a la búsqueda de pensamientos, ni del modo de expresarlos, como ocurre, por ejemplo, a quien escribe una carta o prepara un discurso importante.

En el caso específico del libro “A los Sacerdotes, hijos predilectos de la Santísima Virgen”, conviene tener presente estos criterios teológicos, que pueden ayudarnos para su más profunda comprensión. Lo que viene de Dios trae siempre consigo un profundo sentido de paz, suscitando hacia Él una mayor humildad y confianza; nos ayuda a despegarnos del mal y a realizar el bien de una forma sencilla y constante; y es respetuoso de nuestra libertad y la del prójimo. Quien escribe y obra en nombre de Dios edifica por el sentido del equilibrio, de humanidad y de fortaleza de ánimo, no obstante, en el contexto de los límites y defectos humanos. Si algún pasaje de este libro causara turbación, lo mejor sería aplazar su lectura para tiempos mejores antes que angustiarse.

En el fenómeno de las locuciones interiores referidas en el libro, don Esteban, en actitud perfectamente normal, sin caer en trance, ni en éxtasis, escribe de corrido y sin fatiga mental lo que percibe interiormente, sin repasar ni corregir nada de lo escrito, y lo expresa sin prestar atención a la riqueza o pobreza de su estilo y su temperamento, aún cuando se trate de sacar a luz verdades que él antes desconocía o no consideraba como tales. De los escritos de don Esteban Gobbi se ha preferido escoger aquellas páginas que puedan iluminar mejor la entrega total a la Virgen en un clima de evangélica infancia espiritual. En cuanto a su validez, se han tenido en cuenta los criterios clásicos y tradicionales:

La correspondencia con la Verdad revelada.

La actitud constante de humildad y de obediencia.

Algunos signos de confirmación pedidos humildemente a Dios.

La serena disponibilidad del sujeto, y la paz que precede y sigue a la divina comunicación.

Pero, como signo positivo, se ha creído digno de resaltar el bien inmenso que el MSM ha hecho ya en las almas de decenas de millares de Sacerdotes, algunos de los cuales se encontraban en grave crisis, y el bien logrado en muchísimos fieles. De los maravillosos frutos producidos se deduce que la causa hay que buscarla sólo en la luz espiritual del Espíritu Santo que, por intercesión del Corazón Inmaculado de María, desciende a la mente y al corazón de quien toma en sus manos este libro

Testamento del Padre Stefano Gobbi

El Padre Stefano Gobbi falleció el día de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio de 2011. Autor del famoso libro azul, (“A los Sacerdotes, hijos predilectos de la Santisima Virgen María”), texto pleno de palabras de la Madre de Dios, fue el fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano.

El padre Gobbi, como tantos otros hombres de Dios, sabía muy bien cuando se acercaba el momento de su muerte, por eso escribió su testamento espiritual el 1 de enero de este año. Hoy reproducimos ese texto para ustedes, particularmente para los que leímos y disfrutamos el libro de su autoría.

El Padre Gobbi inicia el texto reafirmando algo fundamental: que todo lo escrito en su libro fue recibido por locuciones interiores, esto es, por revelación privada. Sus palabras también dan testimonio de la importancia de la oración para liberarse de las penas del purgatorio, y así entrar al Reino. El mismo nos explica que su ingreso al Reino de Dios es obra de la Misericordia Divina, pero también por el impulso de nuestras oraciones.

Poco tiempo antes de morir, él dijo:

“Este año ocurrió un acontecimiento extraordinario: el 12 de mayo en Cova da Iria, Portugal, delante de la imagen de María, el Santo Padre Benedicto XVI consagró a su Inmaculado Corazón a todos los sacerdotes del mundo. Con este maravilloso gesto de nuestro Pontífice, parece que mi misión en este mundo ha terminado y mi viaje ha culminado. La Virgen vendrá a buscarme al hospital, como lo hizo con Jacinta en Portugal”.

Testamento espiritual del Padre Stefano Gobbi:

Mi Testamento Espiritual

Avemaría

Milán, 1 de enero de 2011

Primer sábado del mes y del año

Acepto la muerte como y cuando el Señor quiera, repitiendo en el Inmaculado Corazón de María mi si a la Voluntad Divina.

Dejo como mi testamento espiritual todo lo que está escrito en el libro “A los sacerdotes hijos predilectos de Nuestra Señora”, y afirmo que los mensajes que figuran en él fueron recibidos por mí en la forma de locuciones.

En espíritu de agradecimiento al Señor y Nuestra Señora, después de la Santa Misa, les pido que todos canten el Magnificat.

Pido un funeral muy simple: en lugar de flores, les pido hagan obras de caridad. Me gustaría ser enterrado en Dongo, en el Santuario de Nuestra Señora de las Lágrimas a los pies del altar del Crucifijo. Si esto no fuera posible, pido un entierro temporal en la capilla del clero en el cementerio de Dongo.

Como he consagrado cada momento de mi vida, así consagro al Corazón Inmaculado de María el momento de mi paso de la tierra al Cielo, y al tiempo de la eternidad.

Les agradezco a todos por vuestra acogida y pido disculpas a quienes he involuntariamente ofendido.

A todos los miembros del Movimiento Sacerdotal Mariano y del Movimiento Mariano, les prometo mi protección especial y una ayuda especial del Paraíso, donde confío entrar por la Misericordia del Señor y la ayuda de sus oraciones.

Los saludo con la esperanza de encontrar a todos bajo el Manto Glorioso de la Reina de todos los Santos y los bendigo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El Sacerdote.

Padre Stefano Gobbi.

Los mensajes de María reflejados en su libro

El libro contiene cientos y cientos de mensajes. En este escaso espacio debemos elegir algunos, ¿cómo hacerlo?. Muy simple: lo dejamos en manos de Ella. Simplemente abrimos al azar el libro nueve veces y volcamos lo que de allí surgió, y finalmente completamos con el último mensaje del libro, entregado por María a fines del año 1997. De este modo, seguimos un modo de leer el Libro que es muy útil para nuestra lectura cotidiana: que sea María la que elige la meditación de cada día. Y verán, quienes lo han leído en su totalidad, que Ella ha realizado en este caso una hermosa elección, ya que tenemos una muestra de los más bellos mensajes que la Santísima Virgen María nos quiere revelar en estos tiempos.

Estos mensajes deben servir para despertar el corazón del lector e impulsar un santo deseo de leer todo el libro, eficaz puerta de entrada al Sagrado Corazón de Jesús a través del Inmaculado Corazón de María.

Hay que sentir el infinito amor de la Santísima Virgen María en estos mensajes, que son como un bálsamo que llega a nuestra alma, la sacude a veces con amorosas advertencias, la consuela con la caricia de nuestra Eterna Madre, y la guía con seguridad hacia el Reino de Cristo.

Seré vuestra Capitana

Virgen Maria

Escrito el 16 de julio de 1973, día en que se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen: el Escapulario, íntimamente ligado a esta fiesta, es recomendado por María en reiteradas oportunidades para ser utilizado tanto por niños como adultos. En este mensaje la Madre de Dios se nos presenta como nuestra guía y también nos coloca en su ejército (el Movimiento Sacerdotal Mariano y el Movimiento Mariano), como apóstoles de los últimos tiempos, según las enseñanzas que también nos dejó San Luis Grignon de Montfort en su “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen María”.

Seré vuestra Capitana

«Me preguntas por qué te he elegido para difundir mi Movimiento, cuando te sientes tan inepto e incapaz. Precisamente ves tu nulidad y tus debilidades y me pre­guntas: “¿Por qué no escoges a uno más idóneo y capaz que yo?. ¿Cómo puedes fiarte de mí cuando conoces bien todas mis pasadas infidelidades?”. Hijo mío, te he elegido a ti, porque eres el instrumento menos idóneo: así ninguno dirá que es Obra tuya. El Movimiento Sacerdotal Mariano debe ser sólo Obra mía. A través de tu debilidad Yo manifestaré mi fuerza; a través de tu nulidad Yo manifestaré mi poder. Yo misma seré la Capitana de este ejército. Lo estoy for­mando ahora en el silencio y en la intimidad, como durante nueve meses formé a Jesús en mi seno y por tantos años en el silencio y en lo oculto lo crié día tras día.

Así es ahora para el Movimiento Sacerdotal Mariano: como al pequeño Jesús, estoy formándolo en el silencio y en la intimidad: es el momento de su infancia y de su vida oculta.

Necesita ahora mucho silencio, mucha humildad, mucha confianza, mucha oración. A los Sacerdotes del Movimiento los estoy eligiendo y formando Yo misma según un designio de mi Corazón Inmaculado. Vendrán de todas partes: del Clero diocesano, de las Órdenes Religiosas y de varios Institutos. Formarán el ejército de “mis Sacerdotes” que Yo misma nutriré y for­maré, preparándolos para las próximas batallas del Rei­no de Dios. No haya un jefe entre vosotros: Yo misma seré vuestra Capitana. Vosotros sed todos hermanos: amándoos, comprendiéndoos, ayudándoos.

La única cosa que importa es que os dejéis formar por Mí: para esto es necesario que cada uno se ofrezca y se consagre a mi Corazón Inmaculado, se entregue totalmen­te a Mí como Jesús se me ha entregado totalmente; después Yo pensaré en todo. Os formaré en un gran amor al Papa y a la Iglesia, a Él unida. Os prepararé para un heroico testimonio del Evangelio que, para algunos de vosotros, será hasta la efusión de la sangre. Y cuando haya llegado el momento, entonces el Movimiento saldrá al descubierto para combatir abiertamente a la tropa que el demonio, mi adversario de siempre, está formándose entre los Sacerdotes (…).»

Los tiempos de la batalla

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Escrito el 13 de mayo de 1980 (fiesta en que se celebra la primera aparición de la Virgen en Fátima) en Colonia, Alemania. En Portugal en el año de 1917 María le entregó a tres humildes pastorcitos una revelación que cambió la historia de la humanidad: el aviso de la hora dolorosa que se acerca al mundo. Fátima es un momento de cambio, un punto de quiebre en la historia del hombre, donde María marca el inicio de la profundización de su accionar y su presencia en muchos lugares de la tierra en las décadas venideras. María, humilde esclava del Señor, viene a nosotros con la misión de guiar a la Iglesia hacia un momento de esplendor, como la Nueva Jerusalén que brotará cuando todo parezca perdido. ¡Su Corazón Inmaculado Triunfará!.

Los tiempos de la batalla.

«¡Es la hora de mi gran batalla!. Cuanto veis y estáis viviendo ahora forma parte de mi plan, escondido en el secreto de mi Corazón Inmaculado. La Santísima Trinidad me ha confiado a Mí la misión de guiar su ejército en la terrible lucha contra Satanás, que ha sido siempre el más astuto y encarnizado enemigo de Dios. Dios me ha confiado a Mí, la más pequeña esclava del Señor, la ejecución de su plan victorioso para que el espíritu de la soberbia y de la rebelión pueda ser vencido una vez más por la humildad y obediencia de vuestra Madre Celestial. Mi Adversario ha osado atacar a la Santísima Trinidad, oscureciendo su gran Obra de amor y gloria. Ha oscurecido la Obra del Padre, seduciendo a las otras criaturas a la rebelión contra Dios, a través de la difusión del ateísmo en tal medida como nunca la humanidad había conocido. Para hacer estéril la Obra redentora del Hijo, ha intenta­do oscurecer su Iglesia, infiltrando en su interior el error y difundiendo la infidelidad, como un terrible cáncer. Tiene encendida la contestación al Papa, a quien Jesús ha puesto en la Iglesia como centro de Unidad y como custodio de la Verdad. Ha oscurecido la Obra del Espíritu Santo, logrando apa­gar en muchas almas la luz de la Vida divina a través del pecado. Muchos lo cometen fácilmente y hasta lo justifican y mu­chos ni siquiera lo confiesan.

Pero la “Mujer vestida del Sol”, que ha iniciado ya su gran batalla, la lleva adelante cada día a través de vosotros, mi pequeño ejército fiel. Por medio de vosotros Yo devolveré a su esplendor la Obra de la creación, de la redención y de la santificación, de modo que la Santísima Trinidad reciba su mayor gloria. No os turbéis por la oscuridad que se ha extendido, por­que forma parte del plan de mi Adversario; por el contrario, es parte de mi plan victorioso ahuyentar las tinieblas para que la Luz pueda retornar a todas partes. Y la Luz resplandecerá en la creación, cuando ésta vuelva a cantar al amor y a la gloria de Dios, después de la derrota de toda forma de ateísmo y de soberbia rebelión. En la Iglesia volverá a resplandecer plenamente la Luz de la verdad, de la fidelidad, de la unidad. Mi Hijo Jesús se manifestará plenamente; y así la Iglesia se convertirá en Luz para todas las naciones de la tierra. En las almas haré refulgir la Luz de la Gracia. El Espíritu Santo se comunicará a ellas con sobreabundancia para conducirlas a la perfección del amor (…).»

No pequéis más.

Escrito el 13 de octubre de 1980 (fiesta en que se celebra la sexta y última aparición de la Virgen en Fátima) en Manila, Filipinas. En 1917 María desde Cova de Iría, Portugal, nos hizo serias advertencias sobre lo que ocurriría al mundo si la Copa de la Justicia Divina rebalsa ante los pecados que abrumadoramente invaden al mundo. La Misericordia de Dios, entonces, puede dar lugar al castigo. Es un mensaje fuerte, pero que refleja la preocupación de nuestra Madre Celeste por la salvación de nuestras almas. Un doloroso llamado a alejarnos del Pecado y a volver a Cristo, verdadero y único Salvador.

No pequéis más.

«En este día os recogéis aquí, en un Cenáculo de ora­ción y recordáis mi última aparición en la Cova de Iría, confirmada por el milagro del sol. Desde esta tierra, por Mí predilecta por el amor y la devoción con que soy amada y venerada, vuelvo a dirigir al mundo la llamada de angustia que expresé un día como éste en Fátima, y que resume, en pocas palabras, el mensaje del Cielo que vengo a comunicaros.

¡No pequéis más!

No ofendáis más a mi Hijo que ya es demasiado ofendi­do. Retornad a Dios por medio de vuestra conversión, por el camino de la oración y la penitencia. Por desgracia, mi mensaje no ha sido escuchado. La huma­nidad ha continuado recorriendo el camino de la rebelión a Dios, del rechazo obstinado de Su Ley de Amor. Se ha llegado hasta la negación del pecado, a justificar incluso los más graves desórdenes morales en nombre de una libertad fal­samente entendida. Así Satanás, mi Adversario, ha conseguido haceros caer en su seducción. Muchos han perdido la conciencia del pecado, por esto lo cometen y lo justifican más cada día. Casi ha desaparecido el sentido del arrepentimiento, que es el primer paso que hay que dar para ponerse en el camino de la conversión. Hasta en las naciones de más tradición cristiana se ha legitimado el gran delito del asesinato de los niños inocentes en el seno de sus madres. Este delito clama pidiendo venganza en la presencia de Dios.

Ésta es la hora de la justicia y de la misericordia. Esta es la hora del castigo y de la salvación. La Madre Celeste intercede ante Dios por vosotros, por­que nunca como en estos momentos, estáis tan amenazados y tan cerca de la prueba suprema. Por esto os suplico que os arrepintáis y retornéis a Dios. Por vuestro medio, hijos míos predilectos y consagrados a Mí, mis Apóstoles de los últimos tiempos, quiero que esta llamada angustiada llegue a los últimos confines de la Tierra. Desde esta Nación bendita, sobre la que tengo un gran designio de amor y de luz, a todos os recojo en el refugio de mi Corazón Inmaculado.»

Mis mensajes

La Virgen María 2

Escrito el 9 de noviembre de 1984 en el Santuario de Castelmonte, Udine, Italia. María nos explica con sencillas palabras el sentido de sus mensajes, no sólo los recibidos a través del Padre Stefano Gobbi sino también todos los que Ella nos entrega por medio de distintos y variados instrumentos de Dios en muchos lugares. La Madre de Dios nos anuncia y explica el verdadero significado del Triunfo de Su Inmaculado Corazón, y la función del Movimiento Sacerdotal Mariano en la lucha que se entabla con las fuerzas del infierno. El paralelo entre este mensaje y las profecías que San Juan recibió en la isla Griega de Patmos, reflejados en el Libro del Apocalipsis, nos llevan a meditar la Sagrada Escritura y entender que este tiempo es muy especial en relación con el Plan de Dios.

Mis mensajes

«Hijos predilectos, habéis subido hoy una vez más aquí, a mi Santuario, a postraros delante de mi Imagen tan vene­rada, porque es signo de una particularísima presencia mía entre vosotros. Habéis venido para impetrar mi protección sobre la Iglesia, sobre el mundo, sobre todo el Movimiento Sacerdotal Ma­riano, difundido por todas partes. ¡Cuánto agradezco la Santa Misa que celebráis en mi honor!. Con vosotros quiero que estén, espiritualmente presen­tes, todos los hijos predilectos de mi Movimiento de los cinco continentes, porque ya han llegado mis tiempos. En estos años os he formado como Madre a través de mis Mensajes. Son muchas las palabras de Sabiduría, que he hecho descender de mi Corazón Inmaculado para formaros según mi designio.

Mis Mensajes trazan, ante todo, un camino sencillo, luminoso, que os he señalado y que debéis recorrer cada día, para vivir la consagración que me habéis hecho, para crecer en mi amor y en la vida Conmigo, para madurar cada vez más y prepararos a realizar el plan que os he trazado. Si algunos de vosotros, después de haberse consagrado a Mí, se han detenido, ha sido porque no escuchan ya, ni meditan, ni viven mis mensajes. ¡Oh!, después de mi triunfo, estos serán luz para toda la Iglesia; entonces se comprenderá todo lo que Yo he hecho en estos años por vosotros. Meditad mis mensajes, vividlos. Si vivís todo lo que os he indicado y recorréis el camino que os he trazado, caminaréis seguros por la senda de la consagración que me habéis hecho, y realizaréis el gran designio del triunfo de mi Corazón Inmaculado. De lo contrario os detendrán las dudas, el desaliento, las dificultades, la oposición que encontráis. Os detendréis, y no estaréis prontos a cumplir lo que he dispuesto para vosotros, y que hoy es tan necesario para la salvación del mundo y la renovación de la Iglesia, de la que soy Madre.

En estos Mensajes os revelo también mi designio en su silenciosa preparación, en su dolorosa actuación y en su victorioso cumplimiento. Ya estáis a punto de llegar al término más doloroso y sangriento de la purificación, que se desarrollará en estos años, antes del gran triunfo de mi Corazón Inmaculado, con la venida del Reino glorioso de Jesús a vosotros. Es un designio que abraza este siglo. En 1917 lo anticipé en Fátima, casi como anuncio profé­tico, en el momento en que parecía evidente la gran lucha entre la, “Mujer vestida del Sol” y el ” Dragón rojo”, que habría de durar durante todo el siglo, como soberbio desafío a Dios por parte de mi Adversario, en la certeza de que lograría destruir la Iglesia, y llevaría a toda la humanidad a un universal rechazo de Dios.

El Señor le a concedido este espacio de tiempo, para que cuando termine el plazo, la soberbia del Dragón Rojo sea humillada y vencida por la humildad, por la pequeñez y por el poder de vuestra Madre Celeste, la Mujer vestida del Sol, que ahora reúne a todos sus hijitos en su ejército, or­denado para la batalla. Ahora que llegáis a los años más dolorosos y sangrientos de esta terrible lucha, he intervenido personalmente para formarme mi ejército a través del Movimiento Sacerdotal Mariano, que es obra Mía. Por esto he elegido como instrumento un hijo entre los más débiles, humanamente el más desprovisto, y lo he llevado a todas las partes del mundo para demostrar a todos que lo que está sucediendo, se debe sólo a una personal y extraordinaria intervención Mía.

Por consiguiente no temas, hijo, las dificultades que en­cuentras cuando te parece que algún instrumento elegido por Mí, engañado por Satanás, ya se niega a corresponder a mi designio. Ten confianza en Mí: Yo sola soy la Capitana de mi ejército; Yo sola soy la Madre y Reina de mi Movimien­to. Utilizo los instrumentos que me responden; escojo a otros, cuando no me responden ya los que elegí. Yo misma llevo adelante cada día esta Obra para la gran batalla que estamos combatiendo (…).»

Os llevo a Jesús

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Escrito el 2 de febrero de 1989 en Milán, Italia (fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo). María, inseparable de su Hijo: así como ella presentó a su Niño ante el Templo en Jerusalén dos mil años atrás, así nos presenta a nosotros ante su Hijo en estos tiempos. ¡María nos lleva a Jesús!. Nosotros somos ahora sus hijos, y debemos transitar el camino de la vida de la mano de nuestra Madre, con los ojos puestos en la Santísima Trinidad.

Os llevo a Jesús.

«Hijos predilectos, vivid con alegría el misterio de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén y dejaos llevar también vosotros con docilidad, entre mis bra­zos de Madre. A los cuarenta días de su nacimiento, en cumplimiento de las prescripciones de la ley, en compañía de mi castísimo esposo José, subo al Templo para ofrecer al Señor, mi Hijo Primogénito y cumplir el sacrificio prescrito para su rescate. ¡Con cuánto amor estrecho al Niño Jesús entre mis brazos maternales! Y con qué docilidad y abandono filial el pequeño Niño se deja llevar por Mí, mientras lo estrecho a mi Cora­zón con ternura, sin límites. Y Jesús, llevado, dado y ofrecido por la Madre, entra en la gloria de su Templo.

Jesús entra en el Templo de Jerusalén porque fue cons­truido y santificado para Él, Mesías, Señor y Redentor. Jesús, viene en el esplendor de su gloria, a tomar posesión de su divina morada. Jesús se manifiesta en el fulgor de su Luz para su revela­ción a todas las gentes. Jesús es preanunciado como signo de contradicción, para salvación y ruina de muchos en Israel. Jesús es acogido entre los brazos del anciano Simeón como el Mesías esperado desde siglos y como el Salvador de su pueblo. Y dentro del misterio de su misión está íntimamente inserto el desarrollo de mi misión maternal: “a Ti, Oh Ma­dre, una espada te traspasará el alma”. Porque es mi cometido de Madre el llevar a Jesús a voso­tros y llevar a todos vosotros a Jesús. Soy el camino que debéis recorrer si queréis llegar a vues­tro Señor y Salvador.

Yo os llevo a Jesús.

-Os llevo a Jesús vuestra Verdad. He aquí por qué en estos tiempos, en los que muchos se alejan de la fe para seguir los errores, Yo intervengo con mis numerosas y extraordinarias manifestaciones, para conduciros a todos a la plena Verdad del Evangelio. Sed sólo Evangelio vivido para que también vosotros podáis dar la Luz de la Verdad.

-Os llevo a Jesús vuestra Vida. He aquí por qué hoy, cuando muchos caen en las tinie­blas del pecado y de la muerte, con mi fuerte presencia en­tre vosotros os ayudo a vivir en Gracia de Dios, a fin de que también vosotros, podáis participar de la misma Vida del Señor Jesús. En estos tenebrosos tiempos de la gran tribulación, si no os dejáis llevar entre mis brazos con abandono filial y con gran docilidad, difícilmente lograréis huir de las solapadas insidias que os tiende mi Adversario. Sus seducciones se han vuelto tan peligrosas y sutiles, que casi no se logra escapar de ellas. Corréis el gran peligro de caer en las seducciones que os tiende mi Adversario, para alejaros de Jesús y de Mí. Todos pueden caer en su engaño. Caen en él Sacerdotes y también Obispos. Caen fieles y también consagrados. Caen los simples y también los doctos. Caen los discípulos y también los maestros. Nunca caen en él aquellos que -como pequeños niños- se consagran a Mi Corazón Inmaculado y se dejan llevar entre mis brazos maternales. Ahora se manifestará cada vez con más claridad ante la Iglesia y el mundo que el pequeño rebaño que, en estos años de la gran apostasía, permanecerá fiel a Jesús y a su Evangelio, estará todo él custodiado en el recinto materno de mi Corazón Inmaculado.

-Os llevo a Jesús vuestro Camino. De ese modo sois conducidos por Él a vuestro Padre Celestial. Jesús es la Imagen perfecta del Padre; es Su Hijo Unigéni­to; es el Verbo consustancial a Él; es el Reflejo de Su belleza; es la Revelación de Su Amor. Jesús y el Padre son una sola cosa. Del Padre, por medio del Hijo, os es dado como Don el Espíritu de Amor, para que también vosotros podáis pene­trar en el misterio estupendo de esta Divina Unidad. Si Jesús se hace vuestro camino, llegaréis a los brazos de Su Padre Celestial y vuestro. Si camináis con Jesús, realizaréis en vuestra vida el Di­vino Querer, con aquel Amor y aquella docilidad con que Jesús siempre ha hecho la Voluntad del Padre. De ese modo viviréis con la confianza y el abandono de los niños pequeños que todo lo esperan y reciben cada cosa como don de amor de su Padre que está en el Cielo.

Entonces Yo, vuestra Madre Celeste, podré llevaros cada día, sobre el altar de mi Corazón Inmaculado, al Templo de la gloria y de la luz del Señor. Así puedo ofreceros en la vida la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad y, por medio vuestro, puedo difundir por doquier la Luz de Su Divino Esplendor. Cuando esta Luz haya iluminado y transformado a todo el mundo, Jesús vendrá a vosotros en gloria, para instaurar Su Reino.»

El Angel con la llave y la cadena

tiempo de Dios

Escrito el 7 de octubre de 1992 (fiesta de Nuestra Señora del Rosario) en Blumenfeld, Alemania. En este hermoso mensaje María nos explica el sentido de la misión que Jesús le encomienda en estos tiempos, como Mediadora de todas las gracias, y como Corredentora. También nos anuncia el sentido de la Presencia de San Miguel Arcángel entre nosotros, junto a María. Pero fundamentalmente centra en la oración del Santo Rosario la batalla contra satanás, la cadena que permitirá bloquear la acción del mal y arrojarlo al infierno para siempre, como está anunciado en las Sagradas Escrituras. María junto a San Miguel Arcángel, y el Santo Rosario como la principal arma: ¡toda una imagen de nuestros tiempos!.

El Ángel con la llave y la cadena.

“Hoy te encuentras aquí, en la sede de mi Movimiento en Alemania, para hacer un Cenáculo con los Sacerdotes y fieles consagrados a mi Corazón Inmaculado. Me veneráis como la Señora del Santo Rosario. El Rosario es mi oración; es la oración que he venido a pediros desde el Cielo, porque es el arma que debéis usar en estos tiempos de la gran batalla y el signo de mi segura victoria. Mi victoria se hará efectiva cuando Satanás, con su po­tente ejército de todos los espíritus infernales, será encer­rado en su reino de tinieblas y de muerte, de donde no podrá salir jamás para dañar al mundo. Para esto debe descender del Cielo un Ángel al que se le ha dado la llave del Abismo y una cadena con la cual atará al gran dragón, a la serpiente antigua, satanás, con todos sus secuaces. El Ángel es un Espíritu, que es enviado por Dios, para cumplir una misión particular. Yo soy la Reina de los Ángeles, porque entra en mi designio particular el ser enviada por el Señor a realizar la mayor y más importante misión de vencer a satanás. De hecho, ya desde el principio, fui preanunciada como Aquélla que es enemiga de la serpiente. Aquélla que lucha contra la serpiente. Aquélla que al final le aplastará la cabeza.

“Pondré enemistad entre ti y la Mujer, entre tu descen­dencia y la Suya. Ella te aplastará la cabeza, mientras tú intentarás morder su talón”. Mi descendencia es Cristo. En Él, que ha llevado a cabo la obra de la Redención y os ha liberado de la esclavitud de Satanás, se realiza mi completa victoria. Por esto, Me es confiada la llave, con la que es posible abrir o cerrar la puerta del Abismo. La Llave es el signo del poder que tiene quien es dueño y señor de un lugar, que le pertenece. En este sentido, el que posee la llave de todo lo creado es sólo el Verbo encarnado, porque por medio de Él todo ha sido creado, y por esto Jesucristo es el Rey y Señor de todo el universo, esto es, del cielo, de la tierra, y del abismo. Sólo mi Hijo Jesús posee la llave del abismo, porque es Él mismo la Llave de David, que abre y nadie puede cerrar, que cierra y nadie puede abrir. Jesús pone esta llave, que representa Su Divino poder, en mi mano, porque como Madre suya, medianera entre mi Hijo y vosotros me ha sido confiada la misión de vencer a satanás y a todo su potente ejército del mal. Es con esta llave que Yo puedo abrir y cerrar la puerta del abismo.

La cadena, con la que el gran Dragón debe ser atado, está formada por la oración hecha Conmigo y por medio de Mí. Esta oración es la del Santo Rosario. Una cadena, en efecto, tiene primero la misión de limi­tar la acción, después la misión de aprisionar y al final la de anular toda actividad del que es atado con ella.

-La cadena del Santo Rosario tiene ante todo la misión de limitar la acción de mi Adversario. Cada Rosario, que recitáis Conmigo, tiene el efecto de restringir la acción del Maligno, de substraer las almas de su maléfico influjo y de dar mayor fuerza a la expansión del bien en la vida de muchos hijos míos.

-La cadena del Santo Rosario tiene también el efecto de aprisionar a satanás, esto es, de hacer impotente su acción y de disminuir y debilitar cada vez más la fuerza de su dia­bólico poder. Por esto cada Rosario bien recitado es un duro golpe dado a la potencia del mal, es una parte de su reino que es demo­lida.

-La cadena del Santo Rosario obtiene en fin el resulta­do de hacer a satanás completamente inofensivo. Su gran poder es destruido. Todos los espíritus malignos son arrojados dentro del es­tanque de fuego y azufre, cierro la puerta con la llave del Poder de Cristo, y así ya no podrán salir al mundo para dañar a las almas.

Comprended ahora, mis hijos predilectos, porque en estos últimos tiempos de la batalla entre Yo, Mujer vestida del Sol y el gran dragón, Yo os pido que multipliquéis por todas partes los Cenáculos de oración, con el rezo del San­to Rosario, la meditación de mi palabra y vuestra consa­gración a mi Corazón Inmaculado. Con ello dais a vuestra Madre Celeste la posibilidad de intervenir para atar a satanás, para que así pueda llevar a cabo mi misión de aplastarle la cabeza, esto es, de derrotarlo para siempre, encerrándolo dentro de su abismo de fuego y azufre. La humilde y frágil cuerda del Santo Rosario forma la fuerte cadena con la cual haré mi prisionero al tenebroso do­minador del mundo, al enemigo de Dios y de sus siervos fieles. Así todavía una vez más, la soberbia de satanás será der­rotada por la potencia de los pequeños, de los humildes, de los pobres. Mientras hoy os anuncio que está próxima esta gran vic­toria mía, que os llevará a vuestra segura liberación, os doy el consuelo de mi materna presencia entre vosotros y os bendigo.»

Sea grande vuestra confianza

Garabandal Virgen y Niño

Escrito el 23 de noviembre de 1994 en el Lago de Guadalupe, México. María nos da esperanza, alegría y confianza en la entrega a la Voluntad de Jesús. La Consagración al Corazón Inmaculado de María nos dará el refugio y el consuelo, mientras esperamos el Triunfo que la Virgen nos ha anunciado en Fátima, anuncio que de tan diversos modos ha repetido a lo largo de los años.

Sea grande vuestra confianza.

«Qué contenta estoy de veros aquí reunidos en un conti­nuo Cenáculo de oración y de fraternidad, Sacerdotes de mi Movimiento de Méjico y de El Salvador. Me uno a vuestra oración; os ayudo a crecer en vuestro mutuo amor, porque debéis caminar juntos por la senda do­lorosa de la gran tribulación. Amaos como hermanos reunidos por el amor de vuestra Madre Celestial. Vivid en la alegría y la esperanza. Sea grande vuestra confianza. Jesús os ama con un amor divino y misericordioso. Ved vuestras grandes dificultades y el abandono en que a menudo os encontráis, a causa de los tiempos dolorosos y difíciles que estáis viviendo. Vuestras naciones se han vuelto paganas; son dominadas por las fuerzas del mal y las masónicas; se han hecho víctimas del materialismo y de la exasperada búsqueda del placer. La ley del Señor es cada vez más violada en todos sus mandamientos. Se atenta de manera disimulada y perversa, al don de la vida; la violencia y el odio se difunden, mientras la impureza se expande como un veneno que lleva la muerte a los corazones y a las almas. Vosotros estáis llamados a ser los instrumentos de la di­vina misericordia para toda esta pobre humanidad tan alejada de Dios.

Por esto os suplico que seáis fieles a vuestro ministerio. Sed testigos esforzados de fe en el tiempo de la gran apostasía, de santidad en momentos de la gran perversión y de amor en la hora de la violencia y del odio, que cada día se hace más fuerte. Sea grande vuestra confianza. Soy Madre y quiero derramar el bálsamo de mi amor materno sobre todos mis hijos. Tengo necesidad de vo­sotros. Por esto os pido que os consagréis a mi Corazón Inmaculado. Porque quiero hacer de vosotros los instrumentos de mi materna misericordia. Tomad en vuestros brazos sacerdotales a mis hijos más necesitados y llevadlos dentro del celeste refugio de mi Corazón Inmaculado. Sostened a los débiles; conducid a los dudosos; convertid a los pecadores; sanad a los enfermos; confortad a los de­sesperados; llevad a la casa del Padre a los alejados; dad a todos el bálsamo de mi amor materno y misericordioso. Entonces os hacéis vosotros los instrumentos preciosos del triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.

Sea grande vuestra confianza. El triunfo de mi Corazón Inmaculado está cerca. Me ha consolado la respuesta de amor y de oración que, en esta Nación, recibo de los más pequeños, de los pobres, de los débiles, de los humildes, de los sencillos. En el corazón y en la vida de estos mis pequeños hijos, el triunfo de mi Corazón Inmaculado, ya ha comenzado. Este triunfo continuará de manera cada vez más fuerte, porque América latina es mi propiedad, me pertenece y Yo me manifestaré a todos como Madre potente y misericor­diosa. Por esto os invito a salir de este Cenáculo en la paz, en la alegría, y en una gran esperanza. Con vuestros seres queridos, con aquellos que os han sido confiados a vuestro ministerio, os bendigo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.»

El gran signo de la Divina Misericordia

Escrito el 31 de diciembre de 1995 en Milán, Italia. María se presenta como el gran signo de la Divina Misericordia: sus repetidas apariciones y mensajes son una expresión del Amor de Dios por nosotros, que intenta recogernos del error y pecado en que se ha sumido el mundo actual. María se presenta también como La Reina de la Paz, y nos invita a renovar la realización de cenáculos y de Consagrarnos con ánimo renovado al Corazón Inmaculado.

«Hijos predilectos, pasad Conmigo las últimas horas de este año que está ya para terminar. Ved cuántos transcurren estas horas en la disipación y en las diversiones y esperan el nuevo año en una atmósfera pagana, con frecuencia, en una ostentosa transgresión a la Santa Ley del Señor. Vosotros pasad estas horas Conmigo, en la oración y en el silencio, en la meditación de mi palabra y en una gran confianza en vuestro Padre Celestial. Es la Providencia quien prepara para vosotros cada nue­vo día y cada nuevo año, ritmando así en el sucederse del tiempo, cuanto el Padre dispone para el bien de todos sus hijos. Es el Padre quien dispone para vosotros nuevos días de paz y no de aflicción, de perdón y no de condena, para que pueda resplandecer sobre el mundo el milagro de su Divi­na Misericordia. Leamos juntos en esta noche los signos que el Padre nos da de su Amor Misericordioso.

Yo soy el gran signo de la Divina Misericordia.

Por esto me manifiesto, de una manera tan fuerte y extraordinaria, a través de mis apariciones, mis numerosas lacrimaciones y los mensajes que doy al corazón de este mi pequeño hijo, que Yo misma conduzco por todos los cami­nos del mundo, a la búsqueda de los pecadores, de los en­fermos, de los caídos, de los extraviados, de los desespera­dos, de aquellos que sucumben a la seducción del pecado y del mal. Por esto invito a todos a consagraros a mi Corazón In­maculado, y extiendo esta mi llamada hasta los extremos confines de la tierra, a través de mi Movimiento Sacerdotal Mariano. Así os ofrezco el seguro refugio, que la Santísima Trini­dad os ha preparado para estos tiempos borrascosos de la gran tribulación y de la prueba dolorosa que ha llegado para la Iglesia y para toda la humanidad.

Por esto renuevo mi urgente llamada a volver al Señor, que os espera con el amor de un Padre, por el camino de la conversión y del cambio de corazón y de vida. Alejaos del pecado y del mal, de la violencia y del odio, del culto que se da cada vez más a satanás y a los ídolos del placer y del dinero, de la soberbia y del orgullo, de la diversión y de la impureza. Y caminad sobre la vía renovada del amor y de la bon­dad, de la comunión y de la oración, de la pureza y de la santidad. Así llegaréis a ser vosotros mismos los signos de la Divi­na Misericordia para la humanidad trastornada por la tempestad de indecibles dolores, en el tiempo en que la gran tribulación está llegando a su vértice.

Por esto os llamo cada día a seguirme. Yo soy la Madre del Amor hermoso y de la santa Espe­ranza. Yo soy la Reina de la paz y el alba que anuncia el nuevo tiempo que os espera y que cada vez está más próximo. Multiplicad por doquier los Cenáculos de oración que os he pedido. Sobre todo difundid los Cenáculos familiares, que Yo pido como medio para salvar a la familia cristiana de los grandes peligros que la amenazan. Yo soy la Madre de la vida. Yo soy la Reina de la familia.

Sacerdotes, hijos míos predilectos, responded a mi petición de consagraros a mi Corazón Inmaculado, porque soy vuestra Madre comprensiva y misericordiosa. Mía es la misión de lavaros de toda mancha, de consolaros en todo dolor, de dar confianza a vuestro gran desánimo y fuerte esperanza a vuestra soledad. Yo os ayudo a estar en el mundo sin ser del mundo; porque deseo que seáis solo, siempre y enteramente de mi hijo Jesús. Sobre todo para vosotros, mis hijos Sacerdotes, soy hoy el gran signo de la Divina Misericordia. Mientras llega el término de este año, os bendigo a to­dos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».

Configurados a Jesús Crucificado

Segunda Estación Jesús carga la cruz

Escrito el 21 de noviembre de 1997 (fiesta de la Presentación de María Santísima en el Templo) en Sale, Alejandría. María nos invita amorosamente a unirnos a la Cruz de Cristo, su Hijo Amado. La aceptación de nuestras cruces cotidianas, nuestro dolor y sufrimiento, entregando todo a Dios como ofrenda y en reparación de las faltas y pecados propios y del mundo, en preparación de la purificación que espera al mundo, como camino necesario de llegada al Reino de Cristo.

Configurados a Jesús Crucificado.

«Hijos predilectos, dejaos llevar al interior del Templo celeste de mi Corazón Inmaculado, para que Yo pueda configuraros cada vez más a mi Hijo Jesús. Vuestra vida sacerdotal debe ser en todo conforme a la de Jesús. Él quiere vivir en vosotros hasta su plenitud. Debéis llegar a ser su Palabra vivida y proclamada a to­dos con valentía y fidelidad, de tal manera que la luz del Evangelio pueda iluminar la densa tiniebla que envuelve la tierra. Su Amor Misericordioso quiere manifestarse y atraer al fuego ardiente de Su Divina Caridad a todas las almas, espe­cialmente a las más alejadas, a las descarriadas, a aquellas que yacen bajo la esclavitud del mal y del pecado. Jesús obra el prodigio de la Divina Misericordia, sobre todo a través de vuestro sufrimiento sacerdotal. Por esto ha llegado el momento en que Yo quiero haceros a todos conformes a Jesús Crucificado.

Configurados a Jesús Crucificado, en vuestro cotidiano ministerio sacerdotal. Han llegado los tiempos en los que vosotros, mis hijos predilectos, debéis beber hasta el fondo el amargo cáliz que el Padre Celestial os ha preparado. Aumentan los sufrimientos interiores, causados por vues­tros propios límites, por la miseria humana, porque experi­mentáis en vuestras vidas el peso de vuestra gran debilidad. Aumentan también los íntimos dolores por causa de la incomprensión y de la marginación de las que frecuentemente estáis rodeados. Os pido que saboreéis también vosotros la hora dolorosa de Getsemaní.

Configurados a Jesús Crucificado, sobre todo en vues­tros numerosos sufrimientos exteriores.

Yo tengo necesidad de vuestro sufrimiento sacerdotal. También para cada uno de vosotros he preparado el mo­mento de vuestra personal crucifixión. Por esto, mi pequeño hijo, te he pedido sufrir tanto, a causa de la dolorosa operación de corazón que has debido sufrir. Me has ofrecido todo con mucha docilidad y filial aban­dono y esto ha ayudado mucho el designio de mi Corazón Inmaculado. Sobre todo por medio de los sufrimientos físicos, sobrelle­vados por vosotros con docilidad y amor, Yo os configuro a mi Hijo Crucificado, mientras estoy a vuestro lado con la misma premura con la que estuve junto a Jesús, en los sangrientos momentos de Su Pasión y de Su inmolación en la Cruz.

Configurados a Jesús Crucificado, hijos predilectos, ahora que os acercáis al cumplimiento de mi designio, para el cual desde hace años os he formado y cultivado con premura y celo maternal. Valor, reemprended el camino con confianza y espe­ranza. Os acercáis a momentos de gracia, en los que veréis der­ramarse sobre el mundo los torrentes de la Divina Miseri­cordia. Entonces el mundo será purificado por este fuego Divino de Amor y será completamente renovado, para que Jesús pueda traeros Su Reino de Gracia y de santidad, de justicia, de amor y de paz. Por esto os pido que sigáis cada día mi acción de Madre, que os quiere configurar a todos cada vez más a Jesús Cru­cificado».

Todo os ha sido revelado

Nuestra Señora de Akita

Escrito el 31 de diciembre de 1997 en Milán, Italia. Este es el mensaje de cierre que María hace a su libro, donde Ella resume el sentido de los mensajes que a través del humilde sacerdote Don Stefano Gobbi ha estado enviándonos por muchos años. Todo está dicho, ahora es misión de sus sacerdotes y de todos nosotros el cumplir con sus pedidos, el renovar nuestra Consagración al Inmaculado Corazón de María, en espera del Segundo Adviento, del Segundo Pentecostés, del Reino Glorioso de Cristo

Todo os ha sido revelado.

«Hijos predilectos, pasad Conmigo en la oración, en el silencio, las últimas horas de este año que está a punto de acabar. No las paséis en la disipación y en las diversiones, como lo hacen tantos hijos míos. Este año ha sido particularmente importante para mis proyectos. Ahora entráis en mis tiempos. Por eso os he trazado un camino luminoso, por el cual debéis caminar todos, para vivir la consagración a mi Co­razón Inmaculado que me habéis hecho. Ahora todo os ha sido revelado.

-Todo os ha sido revelado: Mi designio os ha sido profé­ticamente anunciado en Fátima y, en estos años, Yo lo he realizado a través de mi Movimiento Sacerdotal Mariano. Mi designio os ha sido revelado en su lenta preparación. Este siglo vuestro, que está a punto de acabar, ha sido puesto bajo el signo de un fuerte poder concedido a mi Adversario. De este modo la humanidad ha sido seducida con el error del ateísmo teórico y práctico; en el lugar de Dios se han construido los ídolos que todos adoran: el placer, el dinero, la diversión, el poder, el orgullo y la impureza. Verdaderamente satanás, con la copa de la lujuria, ha triunfado en su intento de seducir a todas las naciones de la tierra. Ha reemplazado el amor por el odio, la unión por la división; la justicia por multitud de injusticias; la paz por una continua guerra. De hecho este siglo ha transcurrido todo él bajo el signo de guerras crueles y sangrientas, que han causado millones de víctimas inocentes. Entonces la Santísima Trinidad ha dispuesto que vues­tro siglo fuera puesto bajo el signo de una fuerte, materna y extraordinaria presencia Mía. Así en Fátima he indicado el camino que la humanidad debía recorrer para volver al Señor: el de la conversión, el de la oración, y el de la penitencia. Y os he ofrecido como seguro refugio mi Corazón Inmaculado.

-Todo os ha sido revelado: Mi designio os ha sido indi­cado también en su dolorosa realización. La humanidad ha caído bajo el dominio de satanás y de su gran poder, ejercitado con las fuerzas satánicas y masónicas; Mi Iglesia ha sido oscurecida por el humo que ha entrado dentro de ella. Los errores son enseñados y propagados, haciendo per­der a muchos la verdadera fe en Cristo y en Su Evangelio; la Santa Ley de Dios es abiertamente violada; el pecado es cometido y con frecuencia es también justificado y así se pierde la luz de la Gracia y de la Divina Presencia; la uni­dad es profundamente resquebrajada por la fuerte contes­tación al Magisterio, sobre todo al Papa, y se extiende cada vez más la llaga de dolorosas laceraciones.

Para dar a la Iglesia, sufriente y crucificada de vuestro tiempo, mi ayuda materna y un seguro refugio, he hecho surgir el Movimiento Sacerdotal Mariano y lo he difundido por todas partes del mundo, por medio de este Libro mío, que os traza la senda que debéis recorrer para difundir mi Luz. Con este Libro os enseño a vivir la consagración a mi Corazón Inmaculado, con la sencillez de los niños, con espíritu de humildad, de pobreza, de confianza y de filial abandono. Hace ya veinticinco años que os guío, con las palabras que he dicho al corazón de este pequeño hijo mío, que Yo he escogido como instrumento para la realización de mi designio materno. En estos años Yo misma lo he llevado varias veces a todas partes del mundo, y él se ha dejado conducir dócilmente, pequeño y temeroso, pero totalmente abando­nado a Mí, como un niño en brazos de su madre.

Ahora cuanto os debía decir os ha sido dicho, porque todo os ha sido revelado. Así pues, en esta noche, terminan los mensajes públicos, que desde hace veinticinco años os he dado: ahora debéis meditarlos, vivirlos y ponerlos en práctica. Entonces las palabras que he hecho descender de mi Corazón Inmacula­do, como gotas de rocío celestial sobre el desierto de vuestra vida tan insidiada, producirán frutos de gracia y santidad. De ahora en adelante me manifestaré a través de la palabra de la persona y la acción de este pequeño hijo mío, que Yo he escogido para ser vuestro guía y que ahora conduzco al vértice doloroso de su misión.

-Todo os ha sido revelado. Mi designio os ha sido predicho sobre todo en lo referente a su maravilloso y victorioso cumplimiento. Os he anunciado el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo. Al final mi Corazón Inmaculado triunfará. Esto sucederá en el máximo triunfo de Jesús, que traerá al mundo Su Reino glorioso de amor, de justicia y de paz y hará nuevas todas las cosas. Abrid los corazones a la esperanza. Abrid las puertas a Cristo que viene a vosotros en gloria. Vivid la hora vibrante de este segundo adviento. Haceos así valientes anunciadores de este triunfo suyo, porque vosotros pequeños niños consagrados a Mí, que vivís de mi mismo espíritu, sois los apóstoles de estos últimos tiempos. Vivid como fieles discípulos de Jesús, en el desprecio del mundo y de vosotros mismos, en la pobreza, en la humildad, en el silencio, en la oración, en la mortificación, en la caridad y en la unión con Dios mientras sois desco­nocidos y despreciados por el mundo.

Ha llegado el momento de salir de vuestro ocultamiento para ir a iluminar la tierra. Mostraos a todos como hijos míos porque Yo estoy siem­pre con vosotros. Sea la fe la luz que os ilumine en estos días de oscuri­dad, y que os consuma solamente el celo por el honor y la gloria de mi Hijo Jesús. Combatid hijos de la Luz, porque la hora de mi batalla ha llegado ya. En el más crudo invierno vosotros sois los brotes que se abren de mi Corazón Inmaculado y que Yo deposito sobre las ramas de la Iglesia, para deciros que está a punto de alcanzar su más bella primavera. Será para Ella su segundo Pentecostés. Por esto os invito a repetir con frecuencia en los Cená­culos la oración que os he pedido:

-Ven Espíritu Santo; ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, tu amadísima Esposa.

Con el amor de una madre que, en estos años, ha sido escuchada, seguida y glorificada por vosotros, os bendi­go a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».

Conclusión

El libro del Padre Gobbi (como se lo denomina popularmente) ha sido editado y reeditado muchas veces, con Imprimátur (aprobación para su edición) otorgado por el Cardenal Bernardino Echeverría Ruiz. Su avance y difusión no se detiene, y confirma todas las profecías que María hizo sobre su importancia en la obra de la Salvación. El libro avanza en paralelo con la difusión y crecimiento del Movimiento Sacerdotal Mariano, uno se nutre del otro. Y el Padre Gobbi, incansable soldado del ejército de María, sigue incansablemente recorriendo todo el mundo pese a sus graves problemas de salud. Y donde él se dirige encuentra multitudes de almas que alborozadas se presentan a compartir el amor por María, y a renovar la Consagración a su Corazón Inmaculado. ¡Es una obra gigantesca de Dios!. El Señor le ha concedido a Su Madre ésta enorme gracia: la de permitir que a través de este humilde instrumento Ella llegue a nosotros como Madre de Misericordia. María viene a darnos un mensaje de Madre preocupada, de Madre diligente que corre a socorrer a sus hijos que se encuentran en medio del peligro.

¡Estos tiempos son sus tiempos! Son los tiempos de María, que duda cabe al ver la enorme cantidad de manifestaciones que la Santísima Trinidad hace derramar sobre la tierra, en la forma de llamados amorosos de la Reina del Cielo.

Fatima